
Existió una vez un cerdo muy soberbio. Se pasaba el día gruñendo y rascando el suelo con sus enormes colmillos para asustar a los demás cerdos de la piara. Pero los demás no se asustaban a pesar de todos los intentos del cerdo. Así que un día, decidió irse de allí, ya que pensaba que nadie le tenía el respeto que se merecía.
– Está claro que me merezco algo mejor- decía para sí mismo el cerdo soberbio- Aquí ni me obedecen ni me tienen miedo. Buscaré otro lugar mejor.
Al cabo de unos días, encontró un rebaño de corderos. Al ver gruñir y enseñar los colmillos al cerdo, salieron corriendo.
– Bueno, estos corderos se asustan por nada… No me conviene tampoco vivir entre los más temerosos, porque nunca me tendrán aprecio…
Llegó entonces a un prado en donde vivía un lobo. Intentó asustarle de la misma forma, gruñendo y enseñando los colmillos, pero el lobo no solo no se asustaba, sino que además comenzó a perseguirlo con la intención de darle caza y comérselo.
El cerdo, comenzó a gritar y a pedir auxilio desesperado. Al oír sus antiguos compañeros de la piara sus gritos, corrieron en su ayuda, y entre todos consiguieron espantar al lobo. El cerdo, muy avergonzado, dijo:
– Ahora entiendo por qué es mejor vivir entre tus compañeros aunque no te traten como a un rey.
Moraleja: «Quien rechaza a los suyos por buscar más alabanzas y honores, corre el riesgo de perderlo todo»
(Fábula del cerdo, los corderos y el lobo – Esopo)
La soberbia nos hace perder lo más valioso: Suele pasar que por orgullo y soberbia terminamos rechazando a las personas más importantes, ya que son las más sinceras y las que prefieren mostrarse tal cual son sin falsas apariencias. A veces, aquellos que más nos halagan o aparentemente más respeto muestran, en realidad fingen por algún interés. Sin embargo, los más sinceros, no halagarán más de la cuenta, pero estarán ahí cuando los necesites. Cuidado con la soberbia: por soberbia somos capaces de decir No cuando queremos decir Sí o por el contrario, de decir Sí cuando queremos decir No.
La humildad te asegura buenos amigos: Los más humildes son los que consiguen rodearse de amigos verdaderos. De ellos sabes que puedes fiarte y que además te ayudarán cuando lo necesites. No te regalarán preciosas palabras pero sí saldrán en tu defensa ante cualquier persona que intente dañarte.
No eres mejor ni peor que nadie: El cerdo andaba buscando a alguien inexistente. No debía tenerle demasiado miedo pero sí un poco de miedo. Es decir, que buscaba alguien que le temiera pero le respetara y confiara en él. Lo que buscaba en realidad era lo que dejó atrás: sus compañeros de piara. El respeto no se consigue asustando e imponiendo autoridad, sino respetando a los demás.
