De portero a un gran empresario.

por chamlaty

Corría el año 1900, Valentín, un joven que no sabía leer ni escribir y que le gustaba y practicaba el oficio de la herrería, pero que al mudarse a otro pueblo y sin experiencia vio como única oportunidad trabajar como portero de una cantina. Así estuvo muchos años hasta que llegó un nuevo jefe e hizo varios cambios, le dijo al portero que además de seguir en la entrada, debía llevar un registro de los clientes y anotar su comentarios y quejas. El portero respondió que le encantaría, pero que no sabia leer ni escribir.

El nuevo jefe no tuvo más opción que despedir al portero pagándole una indemnización por todos sus años de servicio. Valentín sintió que se le derrumbó el mundo y pensó en qué haría ahora. De pronto recordó que en la cantina él era quien arreglaba las sillas y mesas cuando se rompían, pero solo tenía un par de clavos y un martillo roto y oxidado, y en el pueblo no vendían herramientas, la ferretería más cercana estaba a 2 días de viaje en mula, así que tomo parte del dinero de la indemnización y partió a comprar una caja de herramientas.

Cuando regresó, un vecino suyo tocó a su puerta preguntando si tenía un martillo que le preste, Valentín respondió que sí, pero no lo prestaba porque recién lo había comprado y lo necesitaba para comenzar a trabajar, su vecino insistió diciendo que le devolvería temprano al día siguiente, a lo que Valentín aceptó. Y tal como prometió, al día siguiente llegó muy temprano, pero esta vez le dijo que por favor le vendiera el martillo porque aún lo necesitaba, Valentín dijo que no, porque lo necesitaba para trabajar y que además la ferretería estaba a 2 días de viaje en mula, su vecino insistió que le pagaría lo que le costo más los 2 días de pérdida que tendría por tener que ir de viaje nuevamente, y aceptó.

Valentín nuevamente tomó su mula y cuando regresó había otro vecino esperándolo en su puerta, le dijo –“oí que usted le vendió un martillo a nuestro amigo, yo necesito varias herramientas y no tengo tiempo para viajar y hacer las compras, estoy dispuesto a pagar por ellas más los días de viaje y una ganancia extra para usted,”– Valentín le dijo que eligiera de las herramientas que acababa de comprar, su vecino escogió las que necesitaba, le pagó y se fue.

A Valentín le quedó dando vuelta la frase – “No tengo tiempo para trabajar y hacer las compras.” – Así que arriesgó más dinero para comprar más herramientas.

Rápidamente se corrió la voz en el pueblo y con el tiempo Valentín era conocido como el hombre de las herramientas. Ya no viajaba, los proveedores le enviaban los pedidos e incluso personas de pueblos cercanos le compraban a él para ahorrarse el viaje de 2 días.

Con el tiempo alquiló un galpón para almacenar las herramientas y unos meses mas tarde se compró una vitrina y un mostrador, y transformó el galpón en la primera ferretería del pueblo.

Un día recordó que un amigo suyo que era tornero tenía un taller de herrería en desuso y pensó que juntos podían empezar a fabricar sus propias herramientas, clavos y tornillos. En pocos años se convirtió en el principal fabricante de herramientas.

Adinerado y próspero, decidió donar dinero para una escuela, para que aparte de que allí enseñen a leer y a escribir, enseñaran algún oficio.

Cuando fue la inauguración de la escuela, el alcalde le dio el honor a Valentín de que escribiera su nombre en la primera acta de estudios de la escuela. Valentín avergonzado dijo que no sabía leer ni escribir.

El alcalde sorprendido preguntó: “¡¿Entonces quizá hasta dónde hubiera llegado usted si supiera leer y escribir?!”, Valentín respondió: “Seguramente aún seguiría siendo el portero de la cantina de donde me despidieron”.

Se dice que esta historia es real, y refiere a la vida de Valentín Tramontina. Fundador de Industrias Tramontina y que en la actualidad cuenta con más de 10 fábricas en Brasil y más de 8.000 empleados que producen 24 millones de herramientas y cuchillos al mes, exporta bajo su propia marca a mas de 120 países.

El pueblo que se menciona es Carlos Barbosa que está en Sao Paulo, Brasil. https://global.tramontina.com/es/nuestra-historia

 

Por lo general, las adversidades son vistas con temor, pero pueden ser bendiciones, las crisis pueden estar llenas de oportunidades.

 

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