LOS TRES MILAGROS

por chamlaty

llucviaa

 

HOY pedí a DIOS

bendiciones en gotitas de agua

sobre las personas que han tocado mi vida.

Si te agarra un aguacero…

«Discúlpame»

fue que se me pasó la mano!

 

En un pequeño pueblo del interior vivía hace tiempo un sacerdote que tenía mucha fe. Pasó el verano y llegaron las lluvias. En aquella región las lluvias solían ser muy abundantes y los habitantes ya sabían qué medidas tenían que tomar. Empezó a llover y a llover y se inundaron las calles. Viendo el sacerdote que el agua estaba a punto de entrar en la iglesia se puso a rezar.

– Dios mío por favor, te pido un milagro, que deje de llover.

En ese momento unos gritos interrumpieron la oración del sacerdote. Eran unos hombres que habían llegado en un camión hasta la misma puerta de iglesia.

– Padre, venga con nosotros, póngase a salvo antes que el agua entre en la iglesia.

– No gracias, yo tengo mucha fe en Dios y sé que él hará un milagro, enviará un ángel y me salvará.

Y se fueron en el camión sin él. Pasó el tiempo y no sólo no dejaba de llover sino que lo hacía con más fuerza. El agua había roto la puerta e inundaba un metro de altura la iglesia. El sacerdote asustado se puso a rezar con más fuerza aún.

– Dios mío por favor, te pido un milagro, que deje de llover, ¡ayúdame!

Se oyó un ruido de motor y una lancha rápida entro en la iglesia. Eran otros habitantes del pueblo que sabían que el sacerdote estaba todavía en la iglesia.

– Padre, suba a la lancha, póngase a salvo que el agua está inundando todo.

– No gracias, yo tengo mucha fe en Dios y sé que él hará un milagro, enviará un ángel y me salvará.

Así que dieron media vuelta y salieron por donde habían entrado. Siguió lloviendo y lloviendo, se inundó toda la iglesia y el sacerdote tuvo que subir al tejado para no ahogarse. Realmente estaba muy asustado así que se puso de rodillas en medio del tejado y oró con todas las fuerzas disponibles que tenía.

– Dios mío por favor, te pido un milagro, que deje de llover, ¡sálvame!

En ese momento un estruendo por encima de tejado de la iglesia. Era el helicóptero de la policía que venía a rescatarle.

– Padre, suba al helicóptero, el agua va a cubrir toda la iglesia, es muy peligroso.

– No gracias, yo tengo mucha fe en Dios y sé que él hará un milagro, enviará un ángel y me salvará.

– ¡Déjese de sermones y suba al helicóptero! no tiene otra salida.

– Que he dicho que no, que Dios hará un milagro, enviará un ángel y me salvará.

Así que se fueron, siguió lloviendo y el sacerdote murió ahogado. Cuando subió al cielo estaba todo enojado y pidió hablar con Dios.

– ¡Dios mío me has abandonado! Yo que siempre te he sido tan fiel y he tenido tanta fe en ti y no has enviado un ángel a salvarme ¿por qué?

Y Dios le contestó:

– Amado hijo, no te he enviado un ángel sino tres y no has sabido verlos.

Nos pasamos la vida pidiendo milagros a Dios y luego no nos damos cuenta que estamos rodeados de ángeles y de oportunidades. Pero como no son como nosotros las imaginamos, las ignoramos. Abramos nuestras mentes y veamos una oportunidad en cada circunstancia de nuestra vida.

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