Las zorras a orillas del río Meandro.

por chamlaty

Unas zorras fueron hasta el río Meandro para beber, pero ese día la corriente bajaba con mucha fuerza y ninguna se atrevía a entrar en el cauce. Unas se animaban a otras pero ninguna terminaba de pasar de la orilla:

– Venga, entra tú, que seguro que no es tanto como parece… – decía una a otra.

– ¡La que entre es la jefa del grupo y la más valiente!- dijo otra.

Hasta que de pronto, la más fanfarrona de todas, olvidó el peligro y dijo con soberbia:

– No sé en quién estaréis pensando… supongo que en mí, que soy la única con el valor suficiente de entrar sin que me haga absolutamente nada la corriente.

Y diciendo esto, la zorra se acercó a beber, cayó al río y la corriente comenzó a arrastrarla sin que pudiera hacer nada para salir. Las compañeras le gritaron:

– ¡Vuelve, no te vayas!

Y ella, en lugar de pedir ayuda, gritaba desde el agua:

– ¡No, si solo voy a entregar un mensaje a Mileto… en cuanto termine regreso!

Moraleja: «Los fanfarrones siempre son buena presa del peligro»

Desde luego… la soberbia nos puede llevar a límites peligrosos, ya que hace perder la noción del riesgo. Para evitarlo, están la humildad y la prudencia:

No intentes ser más que nadie: ¿Qué hubiera pasado si la zorra se hubiera ‘tragado su orgullo’ de valentía y hubiera reaccionado como las demás? Hubieran buscado otra forma de beber y no hubiera caído al río. El problema es que la fanfarronería anula el sentido de la prudencia y la emoción del miedo, ese valor y esa emoción tan necesarios para protegernos del peligro.

Y por eso es necesario el miedo: Sí, ese miedo protector que sintieron las otras zorras al ver la corriente que arrastraba el cauce aquel día, ese miedo que hizo que dieran un paso para atrás, un miedo al que muchas veces llamamos ‘sentido común’ y que nos hace pensar: ‘cuidado, que si me acerco me caigo y me lleva la corriente’.

La humildad, divino tesoro: La única forma de luchar contra la fanfarronería que mató a la zorra imprudente es la humildad. Si en lugar de querer quedar como la más valiente del grupo, hubiera apostado por ser como las demás, no hubiera tenido ese triste desenlace. –

La soberbia que nos mata: la zorra pudo en el último instante reconocer su error y pedir ayuda, pero la soberbia pudo con ella y prefirió quedar como esa valiente que se lanza al río sin que nada pase… triste final.

 

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