La famosa supuesta carta de Abraham Lincoln al maestro de su hijo.

por chamlaty

Esta carta se escribió en 1830. Sin embargo, casi 200 años después, su contenido sigue teniendo la misma validez y utilidad que entonces. Nada de lo que dice nos suena antiguo, ni demasiado lejano. Porque las lecciones a las que hace referencia, son pilares básicos e inamovibles.

Cuando se escribieron estas líneas, Abraham Lincoln aún no era presidente de los Estados Unidos, ni había entrado en la Cámara de Representante de los Estados Unidos (lo haría en 1846). Está claro que la carta no es suya, pero la calidad del texto, a la hora de mencionar los valores más importantes en los hombres, hace que sea especialmente valiosa. Aquí tienes el texto traducido:

«Querido profesor, mi hijo tiene que aprender que no todos los hombres son justos ni todos son sinceros.

Enséñele que por cada villano hay un héroe, y por cada (político) egoísta, alguien (un líder) generoso.

Enséñele que por cada enemigo hay un amigo, que es mejor obtener una moneda ganada con sudor que una moneda robada. Aléjelo de la envidia y si puede, que conozca el secreto y alegría de la risa tranquila.

Enséñele a perder, pero también para aprender a disfrutar correctamente de la victoria. Enséñele a maravillarse con los libros, pero deje que él también aprenda con los pájaros del cielo, las flores en el campo, las maravillosas vistas de valles y montañas.

En las bromas con los amigos, explíquele que más vale una derrota honrosa que una victoria vergonzosa. Enséñele a creer en sí mismo, incluso si está solo frente al mundo. Enséñele a ser bueno con los gentiles y a ser duro con los déspotas, enséñele a nunca debe entrar en un tren solo porque otros lo hicieron antes.

«Enséñele a creer en sí mismo, a escuchar a todos y a que pueda decidir por sí mismo»

Enséñele a escuchar a todos, pero a la hora de la verdad, que pueda decidir por sí mismo; enseñarle a reír cuando esté triste y explíquele que, a veces, los hombres también lloran.

Enséñele a ignorar los gritos de la multitud que solo reclaman derechos sin pagar el costo de sus obligaciones.

Trátelo bien, pero no lo mime ni lo adule en demasía, ya que solo en la prueba de fuego se sabe si el acero es real. Déjelo tener el coraje de ser impaciente y a tener coraje con paciencia, constancia y sobriedad.

Transmítale una fe sublime y sólida en el Creador y en sí mismo, porque solo entonces podrá tener fe en los hombres.

Sé que pido mucho, pero vea lo que puede hacer, querido profesor”.

 

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