Cuando era niño siempre relacionaba el sol con el color amarillo. Para empezar, así era como lo teníamos, y lo tenemos, en nuestra bandera y escudo nacional en Uruguay; en la de nuestros vecinos argentinos; y así figuraba en los libros y dibujos infantiles. Cuando con 17 años llegué a Beijing “descubrí” que para los chinos “el sol era rojo”. Se hablaba y se habla del sol rojo, pero nunca de un sol amarillo. Muchos podrían decir, con razón, que eso se debía a motivos políticos, ya que el rojo era el color “sinónimo del comunismo”.
De hecho, Mao era definido como el “sol rojo de nuestros corazones”. “El Este es Rojo, sale el sol, en China ha nacido Mao Zedong” decía la letra de lo que de facto era como el himno nacional en esos años: “El este es rojo” y que aún suena, por ejemplo, en el reloj de la antigua Estación de tren de Beijing o en la zona del bund en Shanghai.
Sin embargo, también encontramos un sol rojo en la bandera de Japón (cuyo nombre puede ser traducido como “el origen del sol”) o en la de Bangladesh desde su formación como Estado en 1971.
O sea que esta diferencia en la definición del color del sol no era algo sólo político, lo cual me ha llevado a reflexionar sobre los colores y las diferencias culturales con el “mundo chino”.
Siguiendo con el rojo, e independientemente de las razones políticas, es un color que en China tradicionalmente representa lo bueno, lo positivo. Lo encontramos por ejemplo en las fiestas tradicionales, en los carteles, o en la vestimenta de las novias (aunque ahora en las grandes ciudades la “occidentalización” está poniendo de moda el blanco para las recién casadas).
En la economía, es interesante también ver que el color rojo –que en Occidente es sinónimo de pérdidas o resultados negativos (por ejemplo “números rojos”)- se utiliza, no sólo en China sino en Japón, como sinónimo de beneficio. Por ejemplo en la República Popular una distribución de beneficios se dice “distribución de rojos” (分红 ).
En la siguiente imagen de Bolsas de Japón y China podemos ver cómo las acciones y cotizaciones que suben están marcadas en color rojo, mientras que las que bajan, las negativas, se marcan en color verde; justo al contrario de lo que podemos ver en Occidente.
En el caso de China, y en medio de un proceso de cambios continuos acompañados muchas veces de acciones contradictorias, podemos encontrarnos con cadenas de televisión que utilizan el rojo como sinónimo de subida y otras que lo utilizan para representar pérdidas.
Estas diferencias culturales relacionadas con los colores las podemos encontrar en otros ejemplos. Cuando presencié por primera vez una ceremonia fúnebre en China –en concreto con motivo del fallecimiento del Primer Ministro Zhou Enlai en enero de 1976- vi como aparte de un brazalete negro, la gente se ponía flores de papel, de color blanco, en las solapas de sus chaquetas, y el blanco –sinónimo de luto- era un color predominante en las coronas funerarias.
Otro caso interesante es el del color amarillo, desde siempre relacionado con los emperadores, con la nación china; aunque desde hace ya varias décadas se usa también como sinónimo de pornográfico. Una ”película de color amarillo” es por ejemplo una película pornográfica. Las campañas del Gobierno chino contra la pornografía se llaman “barrer lo amarillo” (扫黄).
Lamentablemente, y al igual que en gran parte de Occidente, el “negro” es en China sinónimo de algo malo, clandestino, y también se habla de “dinero negro” o “taxis negros –ilegales” por ejemplo.
Las diferencias culturales en relación con los colores también pueden causarnos algunas situaciones cómicas o embarazosas como la del joven extranjero que entra a una cafetería en Beijing con un sombrero verde, ante la mirada y las risas de la clientela local…. Lo que el pobre joven no sabía es que en China, llevar un sombrero verde es sinónimo de lo que la Real Academia Española ya acepta como “cornudo”.
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