El goce de lo simple permite tener una vida plena, llena de creatividad y significado, porque hace que una persona se dedique a aprovechar todos sus recursos y posibilidades concretas y a no perder energía intentando competir para tener lo que tienen los demás.
Muchas veces no sabemos apreciar todo lo que tenemos y tampoco se nos ocurre crecer dentro de nuestras limitaciones para crear una vida completa y feliz.
Enrique Mariscal, escribió el libro “El poder de lo simple” en el que intenta señalar el valor de las cosas simples.
La vida sencilla hace que una persona disfrute de la vida, tenga paz interior, sea pacífico, compasivo y tenga tiempo para ver más allá de si mismo.
La persona que está contenta con lo que tiene y lo aprovecha al máximo, llega a tener éxito en su propia vida.
La amistad es otro ejemplo. Sólo es posible cultivar la amistad llevando una vida simple, porque el que está lleno de obligaciones y compromisos tiene que hacer relaciones ventajosas que le reporten beneficios y difícilmente establezca vínculos verdaderos.
La amistad genuina sobrevive el paso del tiempo, trasciende la conveniencia y aporta amor y contención a nuestras vidas.
Una vida simple está libre de la envidia y atrae solamente sentimientos verdaderos. Genera felicidad interna porque no depende de las cosas que pasan afuera, donde todo es fugaz y cambia aceleradamente y exige correr detrás de ellas.
La felicidad interna es duradera porque está conectada a nuestro ser verdadero.
Para poder salir de una vida complicada que sólo produce frustración, dolor y sufrimiento, hay que empezar apreciando todo lo que se tiene y no dejarse llevar por lo que tienen todos los demás.
Se necesita renunciar a las necesidades del ego, que sólo disfruta de las apariencias y que vive siempre descontento, deseando algo.
Cuando el ego crece, tiene deseos de acumular, controlar y de expandirse, el ser interior va desapareciendo y queda oculto detrás de la máscara social.
El ego siempre quiere más y no se contenta nunca. Permanece esclavo de los deseos y también de la frustración.
Aceptar una vida simple no es conformismo, porque se trata de aceptar la realidad propia y de aprender a estar atento y dispuesto a las oportunidades que se presentan, para aprovecharlas.
Agradecer es una forma de tomar conciencia de todo lo que tenemos, porque en el afán de igualar o superar a los demás, se pierden de vista todos los dones de que disponemos.
Los sabios son personas que prefieren la soledad y el silencio. En el silencio se puede escuchar la voz interior y aprender a tenerla en cuenta para tomar decisiones; y poder estar satisfechos de ellas.
El silencio no nos hace solitarios, al contrario, nos brinda el equilibrio y y la sabiduría para relacionarnos mejor con los otros.
La persona que tiene una vida simple puede apreciar valores que la complejidad hace desaparecer, como la gratitud, la bondad, la compasión, la tolerancia y la paciencia; y nos hace individuos más creativos, más entusiastas, más curiosos y observadores, más atentos, más jóvenes y flexibles.
Una vida simple no se identifica con el ego ni se aliena con las cosas; se identifica con su conciencia, aprovecha el aquí y ahora y aprende a observar y a vivir el momento.
El goce de lo simple nos permite aceptar la muerte como parte de la vida y amar a quienes nos necesitan.
El amor es lo que nos hace salir de nosotros mismos, conectarnos y vivir una vida plena.
Fuente: “El poder de lo simple”, Enrique Mariscal.