La Hacienda de Panoaya, ubicada en el municipio Amecameca del estado de México y que en náhuatl significa «que tiene vestido de amate», se encuentra es uno de los poblados más ricos en cuanto a su bagaje histórico, pues desde la época prehispánica, pasando por el periodo virreinal y hasta nuestros días, ha sido punto referente para los mexiquenses. Este recinto de 15 habitaciones, está ubicado a las faldas de los volcanes Popocatépetl e Iztaccíhuatl.
En el parque de los venados se pueden alimentar y a acariciar a las distintas variedades que existen de la especie, es ideal para la cercanía de los pequeños con la naturaleza y los animales.
Un punto importante por destacar es que la hacienda fue hogar de la musa de la literatura mexicana, mejor conocida como Sor Juana Inés de la Cruz o Juana Ramírez de Azbaje, quien vivió desde los tres hasta los 18 años de edad, y el museo que se encuentra dentro de las instalaciones y que exalta los principales instantes de vida de uno de los personajes más importantes del virreinato.
Además del museo que expone textos de La Décima Musa, se encuentra el Internacional de los Volcanes que incluye un simulador con el sonido de una erupción.
Otro de los atractivos que podrán disfrutar chicos y grandes en esta hacienda es el Laberinto Inglés, el cual fue patentado y diseñado en Inglaterra e instalado aquí, donde podrás mostrar tu habilidad y paciencia para encontrar la salida.
Además del Parque de los Venados Acariciables, alberga un zoológico que cuenta con una de las listas más completas en variabilidad de especies, ya que ahí habitan: serpientes, águilas, búhos, arácnidos y el recién llegado tigre bengala.
Y mientras los niños se divierten con las diferentes atracciones que tiene Ex Hacienda Panoaya, los adultos pueden consentirse con una comida romántica en el restaurante El Castillo de los Venados, que cuenta con una extraordinaria vista montañosa o si lo que buscan es la relajación, el spa ubicado dentro del hotel le dará la mejor atención y los mejores tratamientos para renovarse.
Si deseas realizar alguna reservación o deseas obtener información acerca de paquetes especiales, puedes consultar el sitio: http://www.haciendapanoaya.com/index.html.
El costo de entrada es de 30 pesos por persona y adicionalmente puedes comprara un brazalete para acceder a todas las atracciones, con un costo de 99 pesos. En el verano, su horario de servicio es de 10:00 a 18:00 horas, abriendo todos los días de la semana.
EL IDILIO DE LOS VOLCANES.
El Iztaccíhuatl traza la figura yacente
de una mujer dormida bajo el sol.
El Popocatépetl flamea en los siglos
como una apocalíptica visión;
y estos dos volcanes solemnes
tienen una historia de amor,
digna de ser cantada en las complicaciones
de una extraordinaria canción.
Iztaccíhuatl -hace ya miles de años-
fue la princesa más parecida a una flor,
que en la tribu de los viejos caciques
del más gentil capitán se enamoró.
El padre augustamente abrió los labios
y díjole al capitán seductor
que si tornaba un día con la cabeza
del cacique enemigo clavada en su lanzón,
encontraría preparados, a un tiempo mismo,
el festín de su triunfo y el lecho de su amor.
Y Popocatépetl fuese a la guerra
con esta esperanza en el corazón,
domó las rebeldías de selvas obstinadas,
el motín de riscos al paso vencedor,
la osadía despeñada del torrente,
la asechanza de los pantanos en traición,
y contra cientos de cientos de soldados,
por años y más años gallardamente combatió.
Al fin tornó a la tribu y la cabeza
del cacique enemigo sangraba en su lanzón.
Halló el festín del triunfo preparado,
Pero no así el lecho de su amor;
En vez de lecho encontró el túmulo
en el que su novia dormida bajo el sol,
Esperaba en su frente el beso póstumo
de la boca que nunca en la vida besó.
Y Popocatépetl quebró en sus rodillas
el haz de flechas; y, en una sorda voz,
Conjuró las sombras de sus antepasados
contra las crueldades de su impasible dios.
Era la vida suya, muy suya,
porque contra la muerte la ganó.
Tenía el triunfo, la riqueza, el poderío;
pero no tenía el amor…
Entonces quiso que veinte mil esclavos
alzaran un gran túmulo ante el sol.
Amontonó diez cumbres
en una escalinata como de alucinación;
Tomó en sus brazos a la mujer amada,
y él mismo sobre el túmulo la colocó;
Luego encendió una antorcha y, para siempre,
quedóse en pie alumbrando el sarcófago de su dolor.
Duerme en paz, Iztaccíhuatl; nunca los tiempos
borrarán los perfiles de tu casta expresión.
Vela en paz, Popocatépetl; nunca los huracanes
apagarán tu antorcha, eterna como el amor…
AGENDA ESTE BELLO LUGAR.
Y por cierto ya vieron el reverso de un billete de 200 PESOS.
