Un dragón se quedó atrapado en la arena de un río, cuando pasó por allí un campesino que trabajaba en la zona.
– Por favor, ¡ayúdame! Si me atas a tu asno y me llevas hasta mi cueva, te daré todo el oro que guardo dentro como recompensa…- le dijo el desesperado dragón al campesino.
El hombre decidió ayudar al dragón, así que hizo lo que le pidió, pero al llegar a la cueva, el dragón se negó a pagar la recompensa.
– ¿No pensarás que voy a darte el oro? ¡Si me has tratado fatal al atarme como un fardo a tu asno!- dijo el dragón, ante la atónita mirada del labriego.
– ¡Si solo hice lo que me pediste!- dijo él.
Pasaba por allí una zorra o raposa, y al enterarse de lo que había pasado, les dijo a ambos:
– Campesino, muéstrame cómo trataste de mal al dragón. Átale con la misma fuerza con la que le ataste para traerlo aquí y sabré qué castigo mereces…
El campesino ató de nuevo al dragón sobre su asno. Entonces dijo la zorra:
– Ahora, lleva al dragón al mismo lugar donde lo encontraste, y déjale tal y como estaba.
Y así hizo el hombre. Y el dragón quedó de nuevo atrapado en la arena.
Moraleja: «Quien devuelve el mal por bien, recibe ese mismo mal multiplicado»
(‘El dragón, el hombre y la zorra’ – Esopo)
Las buenas acciones se pagan con gratitud, no con desdén: El dragón había hecho al hombre una promesa, a cambio de un favor, pero se olvidó de ella en cuanto se vio a salvo. El acto ingrato del dragón al final terminó por pasarle factura.
El sentido de la justicia de la zorra: La zorra representa en esta historia la justicia. Se trata de comprobar quién tiene razón y si alguno de los dos personajes merece un castigo. Y la zorra en este caso se da cuenta de que es el dragón quien debe ser castigado por ingrato, así que de forma muy astuta, pide al hombre que vuelva a llevarle hasta el río. Pensaba el dragón que era para darle una lección al hombre, y resultó que el castigo era para el propio dragón.
Al final la ingratitud termina pagándose: El dragón recibió su merecido, ya que como dice la moraleja de esta fábula, siempre que pagues con ingratitud una buena acción, recibirás multiplicado el mal que hiciste.