Había una vez un ratón que quería visitar a su madre. Así que que decidió comprar un coche y se dirigió hacia allí. Condujo, condujo y condujo su pequeño coche rojo hacia la casa de su madre, hasta que el coche se rompió.
Pero al lado de la carretera había una persona que vendía patines. Así que el ratón se puso un patín en cada pata y empezó a patinar hacia la casa de su madre. Y patinó, patinó y patinó, hasta que los patines se rompieron.
Pero el pequeño ratón estaba de suerte. Resulta que junto a la carretera había un hombre que vendía botas. Así que compró un par y se las puso. Y caminó, caminó y caminó hacia la casa de su madre hasta que las botas se desgastaron.
Oh, la suerte del ratón iba en aumento: ¡Había un hombre que vendía zapatillas junto a la carretera! Y el ratón compró un par, se las calzó y empezó a correr, a correr y a correr hacia la casa de su madre. Hasta que las zapatillas se agujerearon.
El ratón no se rindió y siguió andando descalzo. Anduvo, anduvo y anduvo un buen trecho, hasta que sus pies se gastaron. Pero otra vez tuvo suerte el ratón, ya que al lado de la carretera había un hombre que vendía pies . Compró un par y se puso los pies nuevos.
Pon fin llegó a la casa de su madre. Se puso muy contenta. Le abrazó, le dio un sonoro beso y dijo: ¡Qué bien te veo con esos pies nuevos!
Con esfuerzo y perseverancia, conquistarás todas tus metas: O bien podríamos decir ‘prácticamente todas tus metas’. Es cierto que las cosas no siempre salen bien y que a pesar del esfuerzo y la perseverancia, muchas veces las cosas no terminarán de salir como esperábamos. Pero lo que sí está claro es que sin esfuerzo y sin perseverancia, el ratón no hubiera llegado nunca a la casa de su madre ni hubiera completado el viaje.
Si tienes una meta, y está bien lejos, deberás armarte de estos dos valores esenciales, porque los vas a necesitar. Sin esfuerzo no hay recompensa (al menos que te toque la ‘lotería’, que sucede en muy pocos casos). Ahora bien, el pequeño ratón, además de esforzarse y perseverar tuvo suerte. ¿Sabes por qué? ¡Por el pensamiento positivo!

