Un hombre tenía en su jardín varios árboles frutales. Entre ellos, un platanero. Pero el árbol estaba seco y ya no daba plátanos, y aún así el hombre lo mantenía en su jardín.
Su vecino un día de invierno le dijo:
– Pero… ¿cómo tienes ahí un platanero seco? ¿No sabías que trae mala suerte?
Y el hombre, temeroso de que aquel árbol le trajera alguna desgracia, hizo caso a su vecino y lo taló.
Al día siguiente de talar el árbol, su vecino le pidió la leña del platanero para su chimenea.
– ¡Solo querías la leña! ¡Mentiste para que talara el árbol! Y encima siendo vecinos…
Y se retiró, muy triste, a su casa.
Moraleja: ‘No te fíes de todo lo que te propongan hacer, porque muchas veces perseguirán con los consejos un fin particular’
(‘El platanero talado’ – Lie Zi)
Sin duda, no podemos fiarnos de todo el mundo, por mucho que les conozcamos. En esta ocasión, es el propio vecino del protagonista quien engaña al hombre para beneficiarse después.
No te fíes de todos: Evidentemente, es necesario confiar en los demás, pero no olvidarse nunca de ese ‘sexto sentido’ que nos alerta de que alguien nos quiere engañar. Las mentiras a veces llegan disfrazadas de palabras zalameras, que intentan camuflar un objetivo o beneficio particular de quien nos dice algo o nos da un consejo. Para ‘desenmascarar’ estas mentiras, no hay otra manera que usar la prudencia y pedir más opiniones a otras personas. Si el hombre del platanero hubiera preguntado a otros vecinos si era cierto que ese árbol podría dar mala suerte, seguramente le hubieran ‘abierto los ojos’ antes las intenciones de su vecino.
Las personas más mentirosas suelen ser muy ingeniosas: La mentira puede estar disfrazada. Los más inteligentes saben mentir muy bien, y hacen de la mentira una insinuación, un consejo o una reflexión que para nada parece malintencionada. Así que deberás estar siempre alerta, con el sentido de la prudencia activado, para intentar detectar esas mentiras camufladas.