Sábanas de seda

por chamlaty

Ibrahim Ad’ham también tenía sus consideraciones; quería ser un derviche, consagrar su vida a encontrarse a sí mismo y a Dios pero tenía que renunciara muchas cosas, entre ellas un reino y la posición de sultán.

La invitación estaba allí: Dios estaba preguntando por él. Pero él ni estaba preparado para decir: «Aquí estoy, Señor». Pues esto es todo lo que hay que decir: «Aquí estoy; ante Ti, a tus órdenes». El recuerdo de Allah (dhikr) es uno de los fundamentos de las práctica sufíes.

Recordar es simplemente decir: «Aquí estoy. Yo soy». En aquel momento Ibrahim Ad’ham era aún incapaz de recordar. Pero Dios le llamaba.

Una noche, cuando el sultán estaba durmiendo en su cama de plumas, cubierto con sábanas de seda y las más finas mantas, surgió en su corazón un sentimiento: «Debo irme; tengo que dejar todo esto; tengo que hacerlo». De pronto se oyeron ruidos extraños en el tejado del palacio. Abriendo la ventana, Ad’ham gritó: «¿Quién está ahí arriba? ¿Qué estáis haciendo ahí?».

Una voz respondió: «Estamos arando el campo». «Pero, ¿qué respuesta es esa? ¿Cómo vais a arar un campo en el tejado del palacio?, dijo el sultán». De nuevo se escuchó la voz: «Bueno, si crees que puedes encontrar a Dios en la cama, debajo de tus sábanas de seda, ¿por qué no vamos a poder arar sobre el tejado del palacio?».

 

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