Había una vez una casa grande en la que vivían varios perros: Pequis, Blanquis, Estrellita y Rambo. Vivían felices corriendo por los patios, jugando y haciendo travesuras, pero casi a ninguno lo dejaban entrar a las casas.
Solo Estrellita tenía permiso de hacerlo, por ser la más pequeña y consentida.
Al llegar el invierno, todos buscaban refugio porque el frío les helaba todo el cuerpo. Estrellita se burlaba de ellos desde la comodidad de su camita dentro de la casa.
El invierno pasó y el sol radiante iluminaba todo. Los días eran perfectos para jugar al aire libre.
Los perros salieron contentos a correr y Estrellita también quiso acompañarlos pero ellos le dijeron:
– No queremos jugar contigo Estrellita. Sabemos que no es tu culpa que te permitieran entrar a ti sola a la casa durante las lluvias, pero no tenías derecho a burlarte de nosotros que nos moríamos de frío.
Y Estrellita, se entristeció y se acurrucó en su cómoda camita. Sola.
Moraleja
Nadie tiene el derecho de burlarse de sus amigos cuando estos están pasando por situaciones difíciles. En cambio, son los primeros que intentan ayudarles a superar cualquier dificultad que puedan tener.
Sin importar cuál sea el origen de las condiciones que estén complicando a nuestros amigos, siempre debemos intentar ayudarlos. Así no podamos, o creamos que no tenemos las herramientas para brindar apoyo, la disposición es el primer paso para encontrar una buena solución.
Una solución que no sólo será agradecida por tus amigos, sino que servirá de justificación para luego ayudarte, aunque no lo necesitases. Los amigos son una cadena de favores.
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