Dos viajeros iban juntos por la carretera cuando de repente apareció un oso. Uno de ellos corrió hacia un árbol de la vera del camino, trepó a las ramas y se ocultó. El otro no era tan ágil como su compañero y, como no pudo escaparse, se arrojó al suelo y fingió estar muerto.
El oso se le acercó y lo olfateó, pero el viajero se quedó muy quieto y mantuvo el aliento, pues dicen que un oso no toca un cadáver. El oso lo tomó por un cadáver y se alejó. Cuando pasó el peligro, el viajero del árbol bajó y preguntó al otro qué le había susurrado el oso cuando le acercó la boca a la oreja. El otro respondió:
-Me aconsejó que nunca más viajara con un amigo que te abandona ante la primera señal de peligro.
El infortunio pone a prueba la sinceridad de la amistad.
Citado por William J. Bennett. El libro de las virtudes. Vergara.