La historia de hoy trata de dos estudiantes que la noche anterior a un examen se marchan de juerga y por la mañana, independientemente de no haber estudiado, se quedan dormidos, sin embargo ellos, deciden ir a hablar con el profesor y contarles que tuvieron que marcharse al pueblo porque el padre de uno se había puerto muy enfermo y de vuelta, por la mañana, habían pinchado una rueda del coche.
El profesor entendió la excusa y les dijo que aquella misma tarde les haría el examen a ellos dos solos. Durante el examen de por la tarde les comentó que solo les haría dos preguntas, la primera marcaría el 10% de la nota y la segunda el 90% restante.
El profesor cogió y a cada uno de los alumnos los puso en una clase distinta, pero lo que más les llamó la atención a los dos jóvenes es que no les obligara a dejar los libros y todo lo que llevaban fuera del aula.
Los muchachos, en clases separadas, se sentaron y dieron la vuelta al papel en el que encontraban las dos preguntas.
La primera de ella, no era nada difícil, con lo que ya tenían ese diez por ciento de la nota garantizado, sin embargo…
Se quedaron petrificado cuando leyeron la segunda pregunta:
“¿Que rueda fue la que se ponchó?”
Como dice el dicho, el profesor “Antes de fraile había sido monaguillo”
Hay excusas que son apasionantes y totalmente creíble. En cambio otras, aunque sean ciertas, dejan mucho que desear, incluso puede ser peor la excusa real que inventarse otra.
¿Qué excusa frena tus sueños?