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Hace algunos años, un hombre abandonó su pueblo natal para reunirse con su prometida. Se iban a casar apenas llegara.
Durante el viaje, el hombre pensó que le haría bien tomar un camino diferente al que solía recorrer para ir a casa de su prometida. Decidió emprender una ruta nueva, que fuera más cómoda y que prometiera nuevas aventuras.
Poco a poco, sus pasos le llevaron muy lejos. Pasó por diferentes pueblos y conoció a muchas personas. Cada vez, descubría cosas más interesantes que le animaban a continuar adelante, sin mirar atrás.
Así, pasó años recorriendo un camino que en realidad no le llevaba a ninguna parte. Hasta que un día se sintió cansado y las aventuras dejaron de ser una novedad. Ver cada día rostros nuevos lo confundía y echó de menos el calor de un hogar. Entonces decidió volver.
Sin embargo, cuando regresó descubrió que su prometida se había casado. Después de tantos años sin tener noticias suyas, le había dado por muerto.
El hombre, ya viejo y pobre, se quedó solo, lamentando el momento en el que había decidido cambiar su rumbo.
Se trata de una antigua leyenda noruega que puede tener diferentes interpretaciones pero que también nos permite reflexionar sobre cuán importante es no perder el rumbo en la vida y no dejarnos tentar por las distracciones que aparecen en nuestro camino.
Cuando deseas mantener tu rumbo, es simple y fácil tomado en cuenta estos puntos:
*Inicia por determinar lo que quiere y enfócate el ello.
*Identifica esa pasión propia, te ayuda a seguir el camino hasta llegar.
*Hazte cargo y afronta cada consecuencia de cada decisión que has tomado.
*Evalua tus metas, recuerda también caducan.
“Lo mas importante aquí es lo que tu decidas.”
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