Hablamos siempre de lo importante que son los hijos pero nunca olvides lo importante que eres tú también. Para ti mismo y para los demás. Dedica parte de tu tiempo y de tus objetivos de este año a crecer tú también. Serás mejor padre y madre y tu familia será más feliz.
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Haz una reunión familiar ¡esta misma tarde!
Analiza lo que ha funcionado bien y mal; qué es lo que habría que cambiar por no ser efectivo o qué es lo que se puede mejorar. Y sobre todo, qué quieres conseguir este año de tus hijos y de tu familia. En definitiva, traza un plan de vuelo para lograr tus objetivos y no salirte de la ruta.
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Observa cuál es tu manera de hablar a los demás.
Cuando nos dirigimos a las personas de nuestro entorno, sobre todo a las más cercanas, lo hacemos de manera inconsciente, dejándonos llevar a en la mayoría de los casos de nuestras emociones. Revisa tu manera de hablar. Pregunta a tu familia qué opina de tu estilo comunicativo y toma nota seriamente de sus opiniones. Merece la pena que te tomes este punto muy seriamente para hacer consciente un hábito a menudo más trascendente de lo que creemos.
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Controla y mejora el descanso y el sueño.
No solo es importante el sueño de tus hijos. De tu descanso depende en mucho el engranaje fluido de tu familia. Tómatelo en serio, dedícale tu atención y organízate para mejorar tu descanso y tu sueño.
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Pon orden en tu vida y en tu casa:
elimina trastos que ya no sirvan, organiza tu casa para que haya un sitio para cada cosa; si es necesario y después de todo un año de experiencia, elimina amigos o actividades que no te enriquezcan; elimina normas obsoletas o técnicas educativas que no funcionen. Elimina lastres en tu vida y camina ligero, solo con lo que es verdaderamente importante. Y no olvides reservarte un pequeño rinconcito en tu día, en tu semana o en tu mes para hacer aquello que más te llena como persona: leer, un hobby, deporte, solidaridad o amigos.
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Enseña a tus hijos técnicas de relajación y respiración. Antes de empezar el curso, enséñales algunas técnicas de relajación. No esperes a que lleguen los problemas, los desafíos y los estallidos de ira. El momento es ahora, en frío. Practícalos tú también.
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Acepta a tus hijos como son.
Educa desde lo que son y no desde lo que te gustaría que fueran. Sé realista. Podemos mejorar ciertos aspectos de nuestros hijos, podemos hacerlos mejores en determinadas parcelas pero tienen una marcada personalidad y muchas de sus características vienen dadas por la genética. Aprende a aceptar esto porque es la manera más respetuosa de querer a tus hijos.
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Delega. Acepta que eres un ser humano y que no puedes abarcarlo todo: aprende a decir que no y a delegar.
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Elije tus batallas. No todas se pueden/deben librar. Hay ocasiones en las que hay que saber evitar la lucha, olvidarla o posponerla. Tus hijos te van a desafiar muchas veces a lo largo de este año. Acuerda con tu pareja qué es lo que merece la pena pasar por alto y qué es inadmisible.
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Exige a tu hijo.
El favor más grande que le puedes hacer y la mejor manera de demostrarle que le quieres es exigiéndole lo máximo dentro de sus posibilidades. No le sobreprotejas, ni justifiques sus errores, ni le prives de asumir sus consecuencias, ni le evites experiencias difíciles. Exige y permite que crezca por dentro.
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Este año olvida castigos y amenazas: refuerza sus logros y su esfuerzo, aunque fracase en el intento, y anímalo a conseguir sus objetivos.
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Olvida las prisas.
Organízate con tiempo. Da buen ejemplo a tus hijos y que no sean estos los que paguen tu falta de desorganización o paciencia. El tiempo lo manejas tú. Nadie más.
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Fórmate.
Reconoce que puedes mejorar. Lee algún libro para ser mejor persona y padre; acude a algún curso de formación o incluso hazlo on-line. El trabajo de padre TAMBIEN EXIGE de una formación constante, de actualizaciones y estar al día. No es suficiente con lo que ya sabes (si no, no tendrías problemas): ¡crece y mejora!
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Un consejo a nivel personal: piensa más en lo que tienes que en lo que te falta. No compares tu vida o tus hijos con los de los demás. Ni siquiera a ti mismo. Lo que tienes y lo que eres es lo que forma tu realidad y eso es lo que te va a permitir maniobrar con efectividad y conducirte con tu plan de vuelo bien trazado.
De nada sirve quejarse y volver a caer en los mismos errores que el año pasado. De nada sirve echar la culpa de tus problemas familiares al colegio, a los amigos de tus hijos, a la presión de la sociedad o a tu falta de tiempo. Tus hijos y tu familia son tu responsabilidad y está en tu mano detectar errores, ser consciente de ellos y buscar soluciones. Lo demás es excusarse, autoengañarse y permitir que otro año más se repitan los mismos problemas endémicos. ¿Eso es lo que quieres para este nuevo año?
Con información de http://www.solohijos.com