Resulta que esta conmovedora y tierna historia consigue que podamos entender que debemos aceptar el ciclo de la vida para poder disfrutar de cada minuto que tengamos. Cada minuto, que es un regalo. Aquí encontrarás una pequeña versión de la historia, de este maravilloso libro del que tanto se habla. Sobre ella después pasaremos a reflexionar acerca de sus mensajes:
El pato llevaba días sintiendo algo extraño. Como si alguien le siguiera. Y un día se encontró de cara con la muerte. Vestía un vestido largo de cuadros como si se tratara de un baby infantil y llevaba en la mano un tulipán negro. Al principio, se asustó.
– ¿Quién eres?- preguntó algo tembloroso el pato.
– Soy la muerte.
– ¿Y has venido a buscarme?
– No. Estoy cerca de ti desde que naciste, por si acaso.
– Ah- suspiró el pato.
La muerte parecía simpática. Si no fuera por su nombre, podría ser una excelente amiga. De hecho, a partir de ese día, el pato comenzó a pasear con la muerte, a jugar y a charlar sobre temas muy trascendentales.
– Muerte, ¿tú sabes qué hay más allá de la vida? ¿Te conviertes en ángel? ¿Puedes quemarte en el infierno? Los patos cuentan muchas cosas de estas…
– Tal vez sí o tal vez no. Yo solo estoy presente cuando llega tu momento. Es increíble la de cosas que hablan entre los patos.
La muerte jugaba con el pato. Hasta se bañaron juntos en el estanque. De hecho, la muerte sintió frío al salir del agua, y el pato se ofreció a taparla para calentarla. La muerte pensó que nadie se había comportado con tanta dulzura nunca con ella.
Un día, el pato pidió a la muerte que se subieran a un árbol. Desde allí el estanque se veía vacío.
– Muerte, ¿así quedará el estanque cuando yo muera? ¿Vacío?
– Cuando tú mueras, el estanque desaparecerá para ti.
– Bueno, así no podré echarlo de menos…
Y así pasaron los días, uno detrás de otro. Hasta que un frío día de invierno, un día en el que caían pequeños copos blancos, el pato sintió frío.
– Muerte, ¿me abrazas? ¡Tengo frío!
La muerte abrazó al pato y pronto se dio cuenta de que había llegado su momento. El pato dejó de respirar y la muerte le sostuvo en brazos con dulzura, le llevó hasta el río y depositó sobre su pecho el tulipán negro, esa flor que llevaba siempre con ella y que solo entregaba como signo de dolor a aquellos a los que había amado.
La muerte, por primera vez, sintió tristeza. La corriente del río se llevó al pato y pronto desapareció de sus ojos. La muerte se alejó de allí, rodeado por otros animales.
(Basado en el cuento del escritor alemán Wolf Erlbruch)
La vida y la muerte caminan de la mano: todos desde el nacimiento estamos destinados a morir. Unos antes, y otros después. Y es algo que debemos aceptar. Porque es la única manera de entender el valor que tiene la vida. La muerte no es nuestra enemiga, sino un paso natural, ligado a la vida, que todos daremos en algún momento. Y así es el ciclo vital: nacer, vivir y morir. De todo ello, la parte más importante está en el centro, entre el nacimiento y la muerte. Es decir, en la vida.
Es normal tener miedo: tener miedo a lo desconocido es lo más normal, un sentimiento muy humano y natural que nos acompaña prácticamente toda la vida. Sin embargo, en cuanto comienzas a aceptar que aquello que desconoces es inevitable en la vida, te das cuenta de que es inútil atormentarse por ello. Los miedos dejan de atenazarnos en el momento en el que los aceptamos y aprendemos a convivir con ellos. Un ‘sí, te tengo miedo pero no por ello voy a dejar de seguir viviendo. Es más, justo por eso viviré con más intensidad’.
Por qué debemos aprovechar la vida al máximo: el pato fue feliz mientras vivió. Y además tuvo una amiga con la que compartir sus juegos. Tuvo una vida apacible, una vida que llenó de vida. Se planteó preguntas, se bañó en el estanque, subió a los árboles. Hizo descubrimientos, tuvo miedo, y alegría. Vivió todas las emociones y las aceptó. Si no existiera la muerte… ¿valoraríamos en serio la vida? Valoramos más aquello que sabemos que podemos perder, que terminará, que tiene caducidad. Es entonces cuando decidimos aprovecharlo al máximo.
«Si no existiera la muerte… ¿valoraríamos la vida?»
El tulipán como símbolo de amor: la muerte también ama la vida. Amó al pato y por eso le entregó ese tulipán negro, que simboliza el dolor que nace a partir del amor. En el lenguaje de las flores, el tulipán simboliza el amor sincero, más profundo. Y en cierta manera es lo que la muerte sintió por el pato. Lo que siente por la vida. La muerte también aprendió del pato, de la vida. Aprendió lo que era el frío y sobre todo, lo que era que alguien te calentara cuando tienes frío. Aprendió a amar, a vivir.
UN AÑO MÁS, GRACIAS.