Una rana que se encontraba en un charco vio un día acercarse a un buey a beber un poco de agua, y le llamó la atención el gran tamaño del animal. La ranita era muy pequeña, no más grande que un limón, y al ver al corpulento buey se llenó de envidia y decidió hincharse hasta igualarlo en tamaño.
La ranita mientras se iba hinchando les preguntaba a sus compañeras:
– ¿Me hinché bastante para igualarlo? ¿Ya soy tan grande como él?
– No
– ¿Y ahora?
– Tampoco
– ¡Ya lo logré!
– ¡Aún estás muy lejos!
Y la pobre rana se hinchó tanto, que reventó.
Moraleja: El mundo esta lleno de mediocres, que por envidia, se muestran ante los demás como grandes señores.