Una vez, el viento y el sol tuvieron una discusión
-Yo soy el más fuerte, cuando yo paso, los árboles se mueven; hasta puedo derribarlos si quiero- dijo el viento.
-El más fuerte aquí soy yo, yo no derribo árboles, pero puedo hacerlos crecer- Le respondió el sol.
-Voy a demostrarte que soy el más fuerte ¿ves a ese hombre con chaqueta? Se la voy a quitar con mi soplido- dijo el viento.
Así, el viento sopló con todas sus fuerzas, pero mientras más fuerte soplaba, más fuerte el hombre se aferraba a su chaqueta, y el viento se cansó de soplar.
Entonces fue el turno del sol, y este, lanzando todos sus rayos hacia el hombre, hizo que se quitara la chaqueta de tanto calor.
-Bien, tú ganas, pero debes admitir que yo hice mucho más ruido- dijo el viento al final.
Moraleja
A muchas personas les gusta alardear de sus virtudes, más aún si se tratan de virtudes llamativas como la fuerza. Pero, en ocasiones, no son estas virtudes las que triunfan, sino que son la paciencia, la inteligencia, el sentido común y saber esperar su oportunidad.
Esta fábula nos invita a reconocer las virtudes de los demás, a no compararlas, ni mucho menos a menospreciarlas.
Así como el sol puede quitarle a un hombre una chaqueta sin tener que hacer demasiado esfuerzo, cualquier persona puede lograr los objetivos que quiera si usa su inteligencia y su paciencia.
En ocasiones, la fuerza no vale más que las mañas.