Derrotado jamás.

por chamlaty


En el retrato de todos los grandes hombres se podrían inscribir estas palabras: “Supo querer.” A Santo Tomás de Aquino le preguntó su hermana: “¿Qué he de hacer para alcanzar la salvación eterna?” “Querer” –fue su palidaria contestación.

El joven no ha de acorbardarse anodadado ante las dificultades, sino que ha de mirar de frente los obstáculos que le cierran el paso. Por más nublado que esté el cielo, llega a salir el sol. Y por más crudo que sea el invierno, ha de llegar un día de primavera.

Los jóvenes nunca tienen que anonadarse. Para los jóvenes, al trabajo; para los viejos, el descanso. Pero no desmayes jamás. Y adelante, con valentía, contra las dificultades. Muchas veces nos imaginamos la empresas mucho más arduas de lo que suelen ser. Y sin embargo, lo dice muy bien un proverbio inglés: Nunca llueve tan fuerte como parece desde la ventana.

Mira cuán sabiamente pensaba ya el pagano Séneca en este punto: “La desgracia no quebranta al hombre valiente”. “La desgracia es ocasión para la virtud”. “El fuego sirve de prueba al oro, la miseria a los hombres fuerte”.

La historia de los grandes hombres ofrece en abundancia ejemplos muy alentadores. Hubo muchos que parecían tener conjuradas contra sí todas las fuerzas. Miles y miles de obstáculos se levantaban contra sus planes: pero ellos opusieron con noble ardor su voluntad de acero al sinnúmero de dificultades y vencieron. Donde la primavera es continua y la naturaleza siempre benigna, los hombres son indolentes y sin energías.

Ya he recordado antes qué calvario hubo de sufrir Cristóbal Colón, yendo y viniendo con su plan por las cortes de Europa durante dieciocho años y cuantas intrigas se movieron contra él. Y merced a su entusiasmo ideal, a su voluntad tenaz, pudo vencer por fin todos los estorbos y emprender su gran viaje. ¿Sabes cuántos años tenía entonces? Cincuenta y ocho. Otros a esta edad ya se jubilan. Él, sólo entonces, puso mano al gran ensueño de toda su vida.
Beethoven, el gran músico, estaba casi completamente sordo cuando compuso su obra más excelsa, su obra maestra.

Moisés, el gran libertador de los judíos, no sabía hablar sino con dificultad; pero con la ayuda de Dios y con el humilde reconocimiento de su flaqueza, se hizo jefe del pueblo.
Por lo tanto, ¡no seas pesimista! No digas: “En vano emprendo cualquier asunto, nací con mala estrella, nada me sale bien.” No digas, como muchos: “A quien tiene suerte, hasta su buey le da terneros, y el desgraciado siempre se rompe la cabeza.” Si te persigue la mala suerte, encárate con ella y no cejes. No te cruces de brazos.

Tihamer Toth. El joven de carácter. Atenas.

 

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