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Hacía tiempo que la gallina soñaba con vengar de la tiránica crueldad del hombre a todos los de su raza que había visto degollar, cuando un día quiso a casualidad que encontrase en el suelo un cuchillo.
Ignoraba que el débil, después de esperar a veces siglos, todavía tiene, cuando le parece haber llegado la hora de la justicia, que aprender el manejo de la espada puesta por ésta en sus manos; quiso apoderarse del arma y no hizo más que cortarse las patas lastimosamente.