Las cosas de quien vengan deben interpretarse y en todo caso valorarse o ignorarse.
Responder luego de ser humillado es tentador, especialmente cuando crees que tienes una respuesta todavía más insultante.
Al sucumbir a la tentación, sin embargo, finalmente extiendes el conflicto y te rebajas a ti mismo. Hacer lo correcto e ignorar el insulto, aún considerando el gran esfuerzo que requiere reprimirte a ti mismo, siempre es el modo más efectivo y maduro de responder a una falta de respeto.
1.- Vete antes de que se te ocurra una respuesta. Según un dicho judío, «Dios ama a aquellos que son insultados y no responden con otro insulto». Sin importar cuán religioso eres, el punto es que el nivel de auto-control y madurez alcanzado siendo mejor persona es mayor recompensa que rebajarse a su nivel. Ignorando la humillación, te niegas a darle a esa persona el poder sobre tus emociones.
2.- Reflexiona sobre la situación del humillador después. Reflexiona sobre qué habría causado que la persona te lance ese ataque a ti. Comprende que las humillaciones mal intencionadas nunca son formas que pretenden remarcarte tus propios errores, sino proyecciones de las propias inseguridades de quien las provoca.
3.- Evita a la persona en el futuro. Aunque puedes saber intelectualmente que debes ignorar la humillación, nadie es perfecto, y algunas veces la tentación de responder con la humillación perfecta es abrumadora. Si debes estar cerca de esa persona, rodearte de amigos que te hagan sentir bien sobre ti mismo te dará la autoestima que necesitas para ignorarla o reírte si te humilla.
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