Llega el mes más esperado del año, diciembre, el mes de la Navidad.
A diferencia de muchas personas, yo, que provengo de otra cultura distinta, no celebro la Navidad. Empecé a pensar que mientras todas las personas están reunidas con sus familias cenando, con sus casas decoradas, pasándolo bien, mucha gente como yo, o en sí, por otras razones, no decoran las casas, no se siente el espíritu navideño.
Entonces, ¿Dónde está la Navidad para nosotros?
En el camino hacia mi casa, entre aquellas calles oscuras con una farola alumbrando a pocos metros de mí, me había encontrado con una caja de cartón que parecía moverse. Me acerqué lentamente por miedo a lo que podría encontrar dentro, pero justo antes de abrir la caja, se escuchó un maullido, y al abrir la caja vi un gato y muchísimas decoraciones a su lado. Ese momento me quedé pensando por qué la persona que abandonó al gato hizo eso. Cada uno tendría sus razones, pero debería tener más responsabilidad una vez que aceptó tener a este gato. No tuve más remedio que llevarme la caja para casa. Al llegar decidí quedarme con el gato, así que limpie al pobre gato y usando toallas le hice una especie de cama para que pudiese estar cómoda, también sacudí el polvo del árbol fuera de la casa y así para poder montarlo con las decoraciones que traía en la caja. Pasados unos días, el día de Navidad, llegaba a casa del trabajo y el gato me venía a saludar a la entrada de la puerta como todos los días, ya no sentía ese vacío o esa sensación de estar sola. Al fin, planeé una noche navideña en casa con mi gatito, la cena, la peli en el sofá y mantita.
Fue la primera vez que celebré la navidad y, sobre todo, no estaba sola.
Yuling Cai.
La Navidad no es un lugar ni una fecha, es un encuentro
La historia nos recuerda que la Navidad no siempre se manifiesta en grandes reuniones, regalos o celebraciones ruidosas. A veces aparece en un acto silencioso de compasión, como abrir una caja en una calle oscura y decidir hacerse responsable de otra vida.
La luz surge en medio de la oscuridad
La escena de la farola alumbrando apenas la calle simboliza que la esperanza no siempre ilumina todo, pero basta con un pequeño gesto para cambiar una historia completa. La Navidad, como esa luz, puede ser discreta, pero transformadora.
La familia no siempre es la que imaginamos
El relato rompe con la idea tradicional de familia navideña. Nos enseña que la familia también puede ser una presencia pequeña, silenciosa y de cuatro patas, que espera en la puerta y da sentido al regreso a casa.
La Navidad como acto cotidiano
La Navidad no sucede solo una noche: ocurre cuando el gato espera cada día en la puerta, cuando hay una rutina compartida, cuando la casa deja de sentirse vacía. El relato sugiere que el espíritu navideño puede vivirse todo el año, en lo simple y constante.

