Cómo los mapuches descubrieron el fuego, leyenda desde Chile.

por chamlaty

Hace mucho tiempo, al comienzo de la historia del hombre, las personas no sabían del fuego. Vivían en cuevas en donde se refugiaban al anochecer, y se levantaban muy temprano, con los primeros rayos del sol, para cazar y recolectar frutos del bosque. Al retirarse el sol, corrían a esconderse en lugares protegidos, hasta el día siguiente.

Ese es el caso de los mapuches, un grupo indígena del sur de Chile, de hombres y mujeres que vivían en un valle cercano a un río y una montaña y habían construido su hogar en una amplia y acogedora cueva, aunque húmeda y oscura.

Una noche, uno de los mapuches, llamado Caleu, salió a la entrada de la cueva para observar el cielo. De pronto, una estrella de larga cola de fuego atravesó el firmamento y desapareció de su vista. Sobrecogido, entró temblando a la cueva y se quedó acurrucado en una esquina. Esa noche, no pudo dormir. Y no quiso contar nada al día siguiente por miedo a que le llamaran loco.

Pasaron dos o tres días y su mujer y su hija salieron junto con más mujeres y niños a la montaña, a buscar alimentos para guardar en la cueva ante la inminente llegada del invierno. El trabajo fue pesado y largo. De hecho, no se dieron cuenta de que el sol se escondía, y cuando quisieron bajar la montaña, les sorprendió la noche. Encontraron un lugar en la montaña donde refugiarse.

Pero justo cuando entraban en la cueva que escogieron para descansar, el cielo se iluminó. Las mujeres miraron y vieron con claridad una enorme bola de fuego. A su paso, dejó caer pequeñas piedras que al chocar contra la montaña producían chispas de luz.

Y así es cómo los mapuches descubrieron el fuego
Una de esas chispas prendió un árbol y comenzó a arder. Las mujeres se acercaron con los niños, hipnotizados ante aquella enorme llamarada. Se dieron cuenta de que esa luz lo iluminaba todo. ¡Podían verse las caras en medio de la noche! Además, producía mucho calor. Era muy satisfactorio. Como si de pronto volviera a ser verano.

Los hombres, al ver aquel resplandor en la montaña, subieron para comprobar de qué se trataba. Entonces descubrieron a sus mujeres e hijos sentados, alrededor del árbol en llamas. Se unieron a ellos y, felices, comenzaron a cantar y a dar palmas.

Ya al amanecer, Caleu se atrevió a acercar una rama del suelo a aquella fogata. ¡Y de pronto el fuego pasó a la rama! Emocionados al ver aquello, todos hicieron lo mismo, y bajaron a sus hogares con antorchas.

Pero, ¿cómo podrían conseguir aquello? ¿Cómo hacer para hacerse con aquellas llamas? Las mujeres les explicaron entonces que unas rocas al golpear a otras rocas, hicieron saltar pequeñas chispas de luz y que una de esas chispas, al contacto con las ramas de un árbol, iniciaron el fuego. Los mapuches practicaron bastante hasta que lograron crear su propia llama de fuego. A base de golpear las rocas con pequeñas ramas al lado.

Gracias al fuego, pudieron iluminar las cuevas y salir por más tiempo a recolectar comida, sin miedo a la noche. Además, pronto descubrieron que el fuego podía usarse con la carne y que al ponerla cerca, su sabor era mucho más sabroso.

Y esta es la leyenda que circula desde entonces y explica cómo el hombre descubrió el fuego.

 

Presta atención a los regalos de la Naturaleza: Muchas veces vivimos de espaldas a todos los regalos que la Naturaleza nos ofrece. En Cómo los mapuches descubrieron el fuego, los indígenas reciben el fuego como un regalo de los dioses. El fuego aparece como un regalo divino o cósmico, una fuerza que viene de lo alto, misteriosa y transformadora. Esto conecta con la visión mapuche de que los fenómenos naturales tienen un origen sagrado y que existen espíritus protectores de la naturaleza.

Practica para aprender: Los mapuches no solo reciben el fuego, sino que aprenden a reproducirlo mediante la experiencia, golpeando piedras, tal y como las mujeres habían visto. Esto demuestra que el conocimiento no es algo estático que se consiga sin más, sino que precisa de esfuerzo, perseverancia y dedicación, como todo en la vida.

La comunidad, la colectividad, nos ayuda a avanzar: Las personas que conviven en grupo resisten y evolucionan. Entre todos, se ayudan y aprenden. Un lobo solitario no sobrevive a un intenso invierno. Una manada de lobos, sí. Es otro de los poderosos mensajes de esta leyenda de Cómo los mapuches descubrieron el fuego.

El miedo que nos paraliza: En esta leyenda de Cómo los mapuches descubrieron el fuego, Caleu siente temor tras ver la estrella y calla, pero luego participa en el descubrimiento. Esto muestra la tensión entre el miedo a lo desconocido y la capacidad de superarlo a través de la comunidad. El aprendizaje llega cuando el temor se transforma en curiosidad y acción.

«El conocimiento no es algo que se consiga sin más, sino que precisa de esfuerzo, perseverancia y dedicación»

 

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