
Vivía una anciana en un lugar apartado en el Tibet. A ella le encantaban los huevos, y todos los días se acercaba hasta el pueblo para comprar uno. Pero como ya era mayor, y se cansaba en el largo trayecto, decidió ahorrar y comprar una gallina.
¡Qué feliz era la anciana con su gallina! Cada día, el animal le daba un huevo, y es lo que ella cenaba. Estaba tan ilusionada que decidió invitar a sus amigos a cenar un día. Pero cuando fue a por huevos al corral, vio que su gallina solo había puesto el huevo de costumbre.
– ¡Necesito que pongas más huevos, porque hoy tengo invitados!- dijo con cierta impaciencia la viejecita.
Pero la gallina le miraba extrañada, sin entender qué quería aquella mujer que empezaba a ponerse un poco nerviosa. La anciana, por su parte, al ver que la gallina no ponía los huevos que necesitaba, la agarró por el gaznate y decidió abrirla para buscar los huevos ella misma. Pero la mujer no encontró nada y la gallina ya no podría poner nunca más huevos.
Decidió entonces la anciana cambiar de menú, y presentó ante sus amigos una sabrosa gallina en pepitoria. Pero ellos se extrañaron, porque su amiga les había dicho que cenarían huevos…
– ¿Qué pasó? ¿Por qué nos pones gallina en lugar de huevos?- preguntó uno de ellos.
La mujer les contó lo que pasó, y sus amigos rieron a carcajadas.
– ¡Pero mujer! ¿No sabías que las gallinas solo ponen un huevo al día?
La ancianita, avergonzada, decidió que debía aprender bien el comportamiento y naturaleza de las gallinas antes de comprar otra. Y al final se convirtió en una experta en estas aves.
La necesidad de aprender: Está claro que nadie nace sabiendo, así que el aprendizaje es muy importante para conseguir desenvolvernos en la vida y tener las herramientas necesarias para afrontar problemas.
La ignorancia nos lleva a cometer errores: La ignorancia nos lleva a menudo a cometer errores que no solo nos perjudican a nosotros. Por eso debemos tener cuidado y, ante un tema que desconocemos, mejor pedir asesoramiento antes de tomar una decisión desacertada que también pueda hacer daño a otros.
«La impaciencia, como la ignorancia, nos lleva a cometer muchos errores»
Pide ayuda: Si no conoces un tema o no sabes resolver un problema por ignorancia en la materia, lo mejor es pedir ayuda a aquellos que sí son conocedores de esa materia y tienen más experiencia. Con humildad, se aprende más rápido. Si la ancianita hubiera consultado entre sus invitados, tal vez se hubiera ahorrado el disgusto de tener que servir en pepitoria a su gallina.
Cuidado con la impaciencia: La mujer de nuestra historia no tuvo paciencia con la gallina, y en lugar de dejarla en su corral para buscar otra alternativa, terminó sacrificándola. La impaciencia, como la ignorancia, nos lleva también a cometer muchos errores. ¡Ten cuidado con ella!
