Caballito de madera.

por chamlaty

Cierto día el padre de Pablito salió a dar un paseo con su hijo al bosque que estaba cercano a su casa. Pablito, que solo tenía 5 años le dijo a su papá: móntame a caballo. Su padre subió a Pablito sobre sus hombros y comenzaron a caminar.
El padre le iba enseñando las cosas del bosque, como se llamaban los árboles, las flores y todo aquello que Pablito veía desde la altura de los hombros de su papá.

Cuando regresaban el padre de Pablito le dijo: ahora el regreso a casa lo vas a hacer caminando.

Al poco rato Pablito le dijo a su papá: estoy cansado súbeme a caballo otra vez, no puedo andar más. El padre cortó una rama de un árbol la alisó y le dijo al hijo: Pablito aquí tienes tu propio caballito para que te lleve a casa.

El niño emocionado se montó en su caballito de madera y comenzó a andar y a trotar hasta llegar a casa y aún continuo trotando por el jardín de la casa.

Ocurre que en ocasiones nos sentimos cansados, no podemos más. Entonces alguien que nos quiere nos ofrece un caballito de madera con una sonrisa, con una palabra de aliento o de ánimo o un abrazo.

Necesitamos personas que nos ayuden. Desde que nacimos nuestros padres fueron los primeros en ayudarnos.

Después nos hemos apoyado en otras muchas personas, que nos han ayudado como profesores, amigos, conocidos y hasta extraños nos han dejado huella.

Han sido personas que nos han ayudado unas veces con palabras de aliento y superación.

Todos en esta vida necesitamos palabras y actitudes que nos animen y nos alegren la vida cuando estamos tristes y necesitados.

Una palabra de ánimo, una idea, un… «DIOS TE BENDIGA», una visita, una llamada, o un mensaje de texto con palabras de fortaleza, una expresión de cariño, en fin tantas maneras.

Ese “caballito de madera» anima más de lo que pensamos.

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