Trisca Trusca era una brujita pequeña y muy buena pero sin una pizca de… ¡paciencia! Ella quería aprender rápido y ser como las demás brujitas. Porque Clotilde ya sabía convertir las piedras en amapolas. Y Margarita hacía que la crema de verduras supiera a… ¡chocolate! Y ella aún no lo conseguía.
Su amiga Matilde le había anotado las palabras mágicas en un papel, pero ella aún no sabía leer. Y no quería que su amiga se enterara. Así que intentaba decirlo de carrerilla según escuchaba al resto de brujas:
-Trisca Trusca, Trusca Trisca.
Y nada de nada. No pasaba nada. Así que la pobre brujilla se enfadaba.
Todas las demás brujas comenzaron a llamarla ‘Trisca Trusca’, sin entender muy bien por qué su amiga siempre decía esas palabras y por qué cada día estaba más triste y a veces tan enfadada.
Un día, su amiga Matilde le preguntó. Y ella, muerta de vergüenza, le confesó que no le salían los conjuros… ¡porque no se sabía las palabras mágicas! Y que no se sabía las palabras mágicas… ¡porque no sabía leer!
– ¡Ah!- dijo Matilde- ¿Y por qué no me lo dijiste antes? Lo que necesitas entonces es ¡crecer! Aún tienes que aprender a leer.
A la brujilla eso no le hizo nada de gracia. ¿Y cuánto tardaría en crecer? ¿Un minuto? ¿Dos minutos? ¿Un día?
– Un año- le dijo su amiga Matilde- Y en un año aprenderás a leer.
La pobre brujilla agachó la cabeza y se quedó un poco triste.
– Pero en un año- le prometió su amiga, adivinando por qué estaba un tanto tristona- ¡serás la mejor brujita de todas!
Y entonces se le encendió la cara de contenta. ¡La mejor brujita! Desde luego, eso sonaba mucho mejor.
La pequeña bruja se emocionó tanto que comenzó a estudiar y a estudiar sin parar. Y al cabo de un año, la brujilla volvió a coger la hoja de su amiga y leyó en voz alta:
– Tirisca Turusca Turunca Tisca.
Y… ¡Zasss! ¡Todas las piedras del camino se transformaron en amapolas!
– ¡Soy una brujita! ¡Una bruja! ¡Soy una brujita!- gritaba dando saltos de contenta.
Y así fue como la pequeña bruja se convirtió, con un poco de paciencia, estudio y práctica, en la mejor brujita de todas, y de cómo todas las demás, cada vez que se ponían nerviosas y perdían la paciencia soltaban un ¡Trisca Trusca! que resonaba en todo el planeta.
( ‘Trisca Trusca, Trusca Trisca’ ©Fanny Tales 2013)
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