La isla de Hashima, también llamada Gunkanjima, nombre que significa isla del Acorazado y se debe a la forma que adquirió Hashima cuando se la amuralló para protegerla del fuerte oleaje del mar y de los tifones que solían azotarla, es una pequeña isla de 6,3 hectáreas (0,06 kilómetros cuadrados) que pertenece a Japón y es una de las quinientas cinco islas deshabitadas de la Prefectura de Nagasaki.
Esta isla, de cuatrocientos ochenta metros de largo y ciento cincuenta metros de ancho, se halla a unos veinte kilómetros del puerto de Nagasaki y entre 1887 y 1974 estuvo habitada por los trabajadores de su mina de carbón y las familias de ellos.
El 5 de julio de 2015 la mina fue incluida en la lista de Patrimonios de la Humanidad por la Unesco dentro del grupo de «Sitios de la revolución industrial de la era Meiji en Japón: siderurgia, construcciones navales y extracción de hulla».
Los primeros habitantes de Hashima comenzaron a llegar en 1887, después del descubrimiento de una veta de carbón en el subsuelo marino, a unos doscientos metros por debajo del nivel del mar. La explotación industrial se inició en 1890, cuando Mitsubishi compró y habilitó la isla para explotarla, lo que continuó haciendo hasta 1974, año en que procedió al cierre de la mina a causa de la disminución del consumo de carbón en beneficio del petróleo.
Ni las guerras que sostuvo Japón contra China y Rusia ni el transcurso de las dos Guerras Mundiales afectaron al buen funcionamiento de la mina de Hashima, cuya producción pasó de ciento cincuenta mil toneladas de carbón al año en la primera década del siglo XX a una producción pico de cuatrocientas diez mil toneladas anuales en 1941. Para lograrlo, entre 1885 y 1889, la compañía Mitsubishi había perforado dos túneles verticales hasta llegar al lecho marino, a una profundidad cercana a los ciento noventa y nueve metros.
Como ya se ha dicho, en 1916 la mina producía ciento cincuenta mil toneladas de carbón y en solo treinta años la isla pasó de estar deshabitada a tener una población de tres mil personas, lo que determinó que Mitsubishi se planteara la necesidad de edificar viviendas para sus habitantes con el fin de proporcionarles alojamientos más estables. Alrededor de 1960, en el apogeo de la prosperidad económica de Japón, la isla contaba con más de cincuenta edificios de apartamentos y una población superior a cinco mil personas.6
Hashima fue simultáneamente mina y ciudad por casi cien años.
A fines de la década de 1960 el petróleo había empezado a sustituir al carbón por lo que en todo Japón se cerraron minas y la compañía Mitsubishi se vio obligada a trasladar a los trabajadores de Hashima a otras zonas. Con la economía japonesa disparada y el reemplazo inminente del carbón por el petróleo como política gubernamental, las minas de carbón fueron cerrando poco a poco y Mitsubishi recortó su planta de obreros y realizó algunos traslados a otras de sus industrias. El 15 de enero de 1974 la empresa anunció el cierre de la mina durante una ceremonia celebrada en el gimnasio de la isla y en esa ocasión ofreció trabajo a quienes quisieran desplazarse. De ese modo, en poco más de tres meses Hashima quedó completamente abandonada.
En el año 2002 Mitsubishi decidió donar la isla a la ciudad de Nagasaki, que a partir de 2005 ejerce jurisdicción sobre Hashima, y desde el 22 de abril de 2009 algunas de sus zonas están abiertas al turismo (mientras que antes el acceso estaba restringido a historiadores y periodistas). Cuando la isla estaba poblada una empresa de turismo trasladaba viajeros desde el puerto de Nagasaki a través de las islas Ioujima y Takashima. En 1970 había doce servicios de ida y vuelta diarios y el viaje hasta Nagasaki duraba cincuenta minutos. Cuando todos los residentes abandonaron Hashima, la ruta directa se suspendió. En 2015, gracias a la construcción de un nuevo muelle, cinco operadores turísticos ofrecen excursiones en barco por la isla. Un transbordador traslada a los visitantes en un viaje de ida y vuelta desde el puerto de Nagasaki. Sin embargo, los que visitan Hashima desearían permanecer más tiempo allí y recorrerla más ampliamente,910 después de 35 años de cierre, pero la apertura de la totalidad de la isla a esa actividad implicaría grandes inversiones y exigiría la realización de mejoras en las estructuras que hoy se caen a pedazos y representan grandes riesgos para los visitantes.
VAMOS A DARLE UNA VUELTECITA A LA ISLA.
ESOS JAPONESES NO DEJAN DE SORPRENDERNOS.