La leyenda de Atlas.

por chamlaty

Cuenta una antigua leyenda griega que hace mucho tiempo existió un gigante muy soberbio al que los dioses castigaron por desafiarles y luchar contra ellos. Para que aprendiera a ser más humilde, le obligaron a sostener la Tierra sobre sus hombros. Y claro, la Tierra pesa mucho, pero mucho, mucho. Así que Atlas, a pesar de ser muy forzudo, no tardó en cansarse.

– Ufff- pensaba el gigante-. Si al menos pudiera dejar la Tierra un momentito en el suelo para descansar… O si un alma caritativa se pusiera en mi lugar y la pudiera sostener un rato…

Pero un día, fue a visitarlo el gran Hércules, conocido también por ser muy fuerte, y le dijo:

– Atlas, necesito que me ayudes– le dijo el gran héroe al gigante.

Atlas le miró sorprendido, mientras hacía fuerza para sostener la Tierra…

– Bueno, no sé si podré ayudarte, Hércules, porque estoy un poco ocupado sosteniendo la Tierra, pero dime…

– Pues verás, Atlas- continuó hablando Hércules- Mi hermano me pidió que le llevara unas manzanas de oro. Por lo visto estas manzanas solo crecen en un bosque, y nadie, salvo tú, conoce el camino. ¿Podrías decirme cómo llegar hasta allí?

Entonces, a Atlas se le ocurrió una idea, y le dijo a Hércules:

– Sí, claro que sé llegar. Pero Hércules, el lugar está protegido por un terrible dragón y solo yo sé cómo matarlo. Si voy yo a por las manzanas, te las traeré sin problema.

– Atlas, no puedes dejar la Tierra… si dejas de sostenerla, los ríos, las montañas y las personas, se caerán…

– Sí, tienes razón, amigo Hércules, no podemos dejar de sostener la Tierra… pero se me ocurre que tú, que eres muy fuerte, podrás sostenerla un rato mientras te traigo las manzanas. ¿Qué te parece?

Hércules dudó, pero al fin decidió acceder, porque quería ayudar a su hermano y parecía la única forma de hacerlo.

– ¡De acuerdo!- dijo al fin Hércules- Sostendré la Tierra, pero date prisa, porque yo no tengo tanta fuerza como tú.

¡Menudo alivio sintió al fin Atlas al dejar de sostener la Tierra! ¡Se sentía libre! Estaba tan contento, que no tardó en llegar al bosque dando grandes zancadas. Se libró del dragón y recogió unas cuantas manzanas de oro. Al llegar de nuevo hasta donde había dejado a Hércules, vio que aún sostenía sin problemas la Tierra, así que le dijo:

– ¡Menuda fuerza tienes, Hércules! Si te parece, le llevaré yo las manzanas a tu hermano, ya que veo que aguantas muy bien el peso de la Tierra.

Hércules comenzó a sospechar… ¿Y si Atlas quería engañarle? ¿Y si en realidad quería dejarle con el peso de la Tierra para siempre? Por si acaso, le propuso al gigante:

– De acuerdo, Atlas, pero antes, hazme un favor: ayúdame antes a colocar mejor la Tierra sobre los hombros, que tengo miedo de que se caiga…

Entonces, el gigante dejó las manzanas en el suelo y alzó la Tierra para volver a colocar sobre los hombros de Hércules. Pero el forzudo, rápido y astuto, se lanzó a por las manzanas y salió corriendo, mientras decía a Atlas:

– No te enfades, Atlas, pero creo que debo llevar yo las manzanas a mi hermano y tú seguir cumpliendo tu castigo.

Al final, al gigante no le salió bien la ‘jugada’, y desde entonces, continúa sosteniendo el peso de la Tierra sobre sus hombros.

El peso de los remordimientos: Atlas, al portarse mal, lleva para siempre el peso de la Tierra, que viene a ser el peso de sus remordimientos, como castigo. En realidad, la leyenda de Atlas sirve para advertir de la importancia de medir muy bien nuestras acciones para no terminar sufriendo el peso de nuestros actos.

El sentido de la prudencia: Por otro lado, puedes ahondar en la habilidad de Hércules, que solo quería ayudar, para librarse de las mentiras y actos engañosos de Atlas. La astucia, la alerta ante un engaño, e incluso el miedo, son vitales para salir airoso de una situación conflictiva o aparentemente ‘amenazante’. 

 

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