Existió durante una época un jugador de damas tan perfecto que todos querían que les dieran clases. Se llamaba Qiu y era idolatrado en todos los reinos. Además de por ser tan buen jugador, por ser el mejor maestro.
Qiu siempre contó a todos cuál es el pilar básico para conseguir ser tan bueno como él:
– Yo tenía dos discípulos- solía contar Qiu- Los dos eran muy inteligentes. Los dos muy hábiles, con grandes reflejos y ambos con un gran deseo de convertirse en grandes jugadores de damas. Sin embargo, uno lo consiguió, y el otro no.
– ¿Por qué?- preguntaba siempre alguno de sus discípulos.
– Muy sencillo: mientras yo explicaba, uno de ellos me escuchaba con atención. El otro, sin embargo, enseguida pasaba a contemplar el aleteo de las mariposas en el jardín. ¿Quién pensáis que aprendió todo lo necesario para convertirse en el mejor jugador de damas?
Moraleja: «No aprende más el más inteligente, sino el que más atención presta a lo que desea aprender»
Las distracciones hacen que hasta el más inteligente no consiga aprender. El aprendizaje se basa sobre todo en la atención:
La atención, pilar básico del aprendizaje: Está claro que si no prestamos atención a una explicación, por muy listos que creamos ser, no habremos aprendido nada. La atención es un pilar básico en el aprendizaje, no solo en la escuela. Y atender no es solo mirar ni oír, sino observar y escuchar.
No es lo mismo oír que escuchar: El discípulo del que habla Qiu, nuestro gran maestro del juego de las damas en esta fábula ‘Para aprender a jugar a las damas’, era inteligente y oía las lecciones de su maestro. También le miraba de vez en cuando. Pero mientras que sus ojos y sus orejas, parecían prestar atención, su mirada y sus oídos buscaban otros estímulos. Miraba, pero no observaba y oía, pero no escuchaba lo que Qiu decía. Prefería observar el vuelo de las mariposas y escuchar los sonidos del jardín. Escuchar y observar es prestar atención y dedicar todos los sentidos a la persona que habla.
«No es lo mismo oír que escuchar…»