Cuenta una antigua leyenda de Ghana, que hace mucho tiempo habitaba en un pequeño poblado africano una larguísima pitón que tenía atemorizado a todo el pueblo.
La serpiente se comía todo el ganado y las personas de aquella zona temían quedarse sin alimento. Pero la pitón era poderosa y muy grande, y nadie se atrevía a hacer nada.
Desesperados, los habitantes de aquel lugar pidieron ayuda al Dios del cielo, quien les dijo:
– Lo siento mucho, de veras, pero no puedo ayudaros, porque la serpiente pitón también es una criatura creada por mi, y no puedo matarla. Pero sé de alguien que tal vez pueda ayudaros: Anansi.
– ¿Anansi?- repitieron ellos.
– Sí, es un vecino vuestro al que le encanta presumir de su gran inteligencia. Si consigue demostrar que es cierto y es tan sabio como dice ser, le premiaré. De lo contrario, castigaré su soberbia.
Los aldeanos le hicieron caso y fueron a ver a Anansi, que vivía en un pueblo cercano.
– ¿Una enorme serpiente, decís?- preguntó interesado Anansi- ¿Y de verdad os manda el Dios del cielo? ¡Es un gran honor poder demostrar lo listo que soy! De acuerdo, acepto el reto de ayudaros. ¿Qué tamaño tiene esa serpiente pitón?
– ¡Es más larga que tu casa!- contestó uno de los hombres.
– ¿Que su casa? No, no… ¡más larga que tu casa y el patio juntos!- añadió otro.
– No tenéis ni idea- aclaró una mujer- La pitón es más larga que tu casa y la casa de al lado juntas.
– Vaya- dijo al fin Anansi- Pues sí que es larga la serpiente… No os preocupéis, que encontraré la forma de deshacerme de ella. Es más, tengo una idea… necesito que me traigáis tres cosas: un plato con puré de ñame, un cuenco con aceite de palma y una cesta de huevos.
Los aldeanos se miraron extrañados, pero asintieron conformes, y al día siguiente, le entregaron lo que había pedido.
– Ahora- dijo Anansi- necesito que me dejéis solo con la serpiente, porque debo hacer esto en soledad.
Los aldeanos le miraron preocupados. ¿Cómo iba a atrapar a la inmensa serpiente él solo? Temían por su vida, pero aún así, le hicieron caso y se alejaron, convencidos de que al volver le encontrarían muerto, devorado por la enorme pitón.
– Bien- se dijo para sí Anansi- Ahora que estoy solo, podré llevar a cabo mi plan. Y diciendo esto, cortó un enorme tronco y lo llevó, junto al resto de cosas que le habían traído los aldeanos, hasta el lugar en donde la pitón tenía su madriguera. Allí en la orilla dejó tumbado el larguísimo tronco y la cesta con huevos, el cuenco con aceite y el puré de ñame.
Una vez allí, y ya preparado, y al escuchar a la serpiente acercarse por el agua, comenzó a hablar consigo mismo, poniendo dos voces diferentes, como si hablara con otra persona:
– Sí, sí, es una serpiente realmente increíble.. ¡la más grande del mundo!
– ¡No me lo creo! – se respondió a él mismo con voz mucho más ronca para que pareciera otra persona- ¡Es tendrás que demostrarlo! Son tonterías que se inventa la gente de por aquí.
– Te digo que es verdad- continuó Anansi con su voz normal- Es tan grande, que podría comerse un rebaño de ovejas de un solo bocado. Si la gente fuera tan lista como yo, le traería obsequios como los que le he traído.
– Me estás tomando el pelo- dijo entonces con la voz ronca- Eso es imposible. Ninguna serpiente es tan poderosa.
Entonces la serpiente oyó un ruido de forcejeo y golpes, y a Anansi que decía:
– ¡Largo de aquí, no te metas con la gran pitón! Si fueras más inteligente, tú también le traerías puré de ñame, aceite de palma y huevos…
La serpiente, al escuchar el nombre de sus comidas favoritas, salió del agua, miró a Anansi (quien tuvo que disimular el terrible miedo que sintió ante el peligro al que se exponía) y devoró los alimentos que le había traído el joven.
– Gracias por los alimentos y por defenderme- siseó entonces la serpiente.
– No hay de qué. Intentaba demostrar a un incrédulo lo larguísima que eres. Eres la pitón más larga de todo el mundo. Solo necesito demostrarlo, y todos te adorarán y traerán manjares como estos a diario…
– ¿En serio?- dijo sorprendida la pitón- ¿Y qué debo hacer para demostrar que soy la más larga del mundo?
– Es muy fácil- dijo entonces Anansi- ¿Ves este tronco? Puedo medirte con él. Solo necesito que te tumbes encima.
– ¡Qué sencillo! ¡De acuerdo!- dijo la serpiente, cegada por el ansia de fama.
La pitón se tendió a lo largo del tronco y Anansi al tenerla allí, comenzó a atarla con disimulo…
– Te sujetaré un poco para asegurarnos de que estén bien extendida- le dijo.
Cuando Anansi terminó de atarla, la serpiente se dio cuenta de que estaba atrapada, pero ya era demasiado tarde.
– ¡Desátame ahora mismo!- gritó la serpiente.
– No puedo, amiga… es cierto que eres la pitón más larga, y no te quieren por aquí.
En ese momento, los aldeanos llegaron y al ver a la pitón atada al tronco, no pudieron disimular su sorpresa.
«Cuando Anansi terminó de atarla, la serpiente se dio cuenta de que estaba atrapada»
– ¿Cómo lo lograste?- preguntaron muertos de curiosidad.
– ¡Solo con unas cuantas palabras!- contestó Anansi.
Los aldeanos se llevaron a la pitón muy lejos de allí, en un lugar desde el cual no pudiera volver más. Y el Dios del cielo se vio obligado a premiar a Anansi, quien había demostrado una vez más ser muy listo.
El Dios del cielo le lanzó un tarro de sabiduría, con tan mala suerte que le cayó encima, dejándole más achatado y con la cintura muy estrecha. Por eso en las tribus africanas se representa a Anansi bajito y a veces, como una araña.
Tal vez pienses que lo mejor, para liberar al pueblo de la serpiente, hubiera sido recurrir a la fuerza. Sin embargo, a la pitón no se le consigue ganar a base de fuerza, sino de inteligencia y astucia. Y así es como consigue Anansi librarse de ella.
La necesidad de desconfiar de los aduladores: Esta leyenda de Anansi y la pitón además, nos ayuda a reflexionar sobre otros aspectos. Por ejemplo, sobre la necesidad de desconfiar de aquellos que nos regalan constantemente palabras bonitas. Cuidado, porque las palabras a veces mienten y esconden otra intención. Así, Anansi consiguió engañar a la pitón con palabras hábiles y hermosas y regalos que a la serpiente le gustaron.
La necesidad de ser humilde: Otra de las reflexiones de esta leyenda tiene que ver con la soberbia. El Dios del cielo quería probar la inteligencia de Anansi, pero al ofrecerle más sabiduría aún, le recordó que no olvidara nunca que a pesar de su inteligencia, era pequeño, como el resto de hombres. Por eso el tarro de la sabiduría cayó sobre su cabeza y le hizo más pequeño aún, para que nunca olvidara esto.
«Desconfía de aquellos que te regalan constantemente palabras bonitas.»