Cuentan que hace mucho existió en Rusia un zar cruel, déspota y caprichoso. Un día, al ponerse una de sus chaquetas, se cayó un botón.
– ¿Cómo es posible que se caiga un botón de mi chaqueta?- chilló el zar, fuera de sí- ¡Qué le corten la cabeza al sastre!
El zar ordenó por lo tanto ejecutar al sastre al día siguiente. Ya en el calabozo, el vigilante le llevó la cena. Y al verle, el hombre comenzó decir, compungido:
– Pobre zar, pobre zar…
El guardia, sorprendido, le rebatió:
– ¿Cómo que pobre zar? ¡Pobre de ti, que unas horas te quedarás sin cabeza!
– No lo entiendes- siguió diciendo el sastre- ¿Qué crees que es lo más importante para el zar?
– Me imagino que la ciudad…
– No, no…
– ¿Su esposa?
– Tampoco
– ¡Sus riquezas!
– Algo más importante…
– ¡Su oso! ¡El zar adora a ese animal!
– ¡Sí! ¡Así es! Y el pobre ya no podrá escucharle hablar…
– ¿Hablar? ¿Acaso puede hablar un oso?
– Claro. solo si le enseñan. Yo puedo enseñarle, pero como moriré mañana… Ya no se podrá hacer nada.
El carcelero, que buscaba los favores del zar constantemente, fue corriendo a contarle lo que le había dicho el sastre, y él mismo bajó a las mazmorras sorprendido.
– Habla, sastre, ¿qué es eso de que puedes enseñar a hablar a mi oso?
– Sí, alteza, yo sé cómo hacer para que su oso hable.
– ¿De verdad? Pues demuéstramelo.
– Oh, pero majestad, no se puede enseñar a hablar a un oso en unas horas, ni en un día… Se necesita mucha dedicación y trabajo. Y yo moriré mañana, así que…
– Ya, ya… ¿Y cuánto tiempo necesitarías?
– Depende de la inteligencia del oso.
– ¡Es muy inteligente! ¡El oso más listo de toda Rusia!
– En ese caso… en dos o tres años, estará listo.
– De acuerdo. Retraso tu pena de muerte tres años. Pero pobre de ti como pasado el tiempo no consigas que mi oso hable…
– Señor, pero hay un problema… Si me dedico a enseñar a hablar al oso, mi familia no tendrá nada para comer, porque dejaré de ser sastre.
– Te pagaré y mantendré a tu familia. Pero tú céntrate en enseñar a hablar a mi oso.
Así fue cómo el sastre salió esa misma noche del calabozo y fue directo a su casa, en donde su mujer le abrazó entre lágrimas.
– ¿Cómo que te soltaron?
– Le prometí al zar que enseñaría a hablar a su oso en tres años.
– ¿Cómo? ¿Estás loco? ¡Eso es imposible! ¡Tú no sabes enseñar a hablar a un oso!
– Ya, pero eso él no lo sabe. Y ahora estoy vivo. Tengo tres años por delante, y luego, ya se verá… Tal vez el zar muera. O yo. O quizás consiga hacer hablar al oso…
¿Qué importa el futuro si el presente está comprometido? Busca una salida cuando estés al límite, sin pensar en lo que pasará después. Ciertas urgencias requieres de una solución inmediata:
Vive el presente: Seguramente pienses que el sastre cometió un error. Pensó en salvarse pero su salvación tenía fecha de caducidad. Sin embargo, él explica muy bien al final por qué lo hizo… y es que nadie conoce el futuro. Lo único que importa cuando debes resolver un problema muy grave y urgente, es el presente. Y el futuro, ya se verá… y se pensará con calma si existe otra buena solución.
El ingenio para resolver problemas: En este cuento, ‘El oso’, el sastre lo tenía todo perdido, y sin ser culpable de nada. Iban a ejecutarle y no había tiempo que perder. Puso en marcha la ‘maquinaria’ del ingenio y pensó en qué era lo más importante para el zar. Al darse cuenta de que se trataba del oso, buscó una manera de hacerse indispensable para él. Pero debía ser algo increíble, insólito y único. Algo que nadie más pudiera hacer. Por eso decidió que podía hacer hablar al oso, aunque todos sepamos que es imposible. El zar, al querer tanto a su oso, sería capaz de cualquier cosa por él.
Lo que comúnmente llamamos ‘sacar las castañas del fuego’: Cuando nos encontramos en un buen lío, en una situación muy difícil, si somos capaces de salvar la situación aunque sea momentáneamente, decimos que hemos conseguido sacar las castañas del fuego. Un refrán o dicho popular que cuadra con la idea de este cuento, ‘El oso’. Y el después… ya se verá.
«Nadie conoce el futuro. Lo único que importa cuando debes resolver un problema urgente, es el presente»