El ungüento.

por chamlaty

En el reino lejano de Song vivió hace mucho una familia de lavanderos que crearon un ungüento capaz de curar las grietas de las manos. Su descubrimiento se hizo muy famoso y el boca a boca llegó hasta un conocido viajero de nombre Shen.

El viajero decidió comprar la receta por cien monedas de oro. Todos pensaron que se había vuelto loco. ¡Era mucho dinero para una simple crema para las manos!…

Pero Shen regresó a su reino justo en el momento en el que comenzaba una guerra. Para curar las heridas de los soldados, regaló la crema al príncipe. Gracias a ese ungüento, las tropas del príncipe pudieron recuperarse con rapidez y consiguieron ganar la guerra.

Shen fue recompensado con un feudo.

Moraleja: «El valor de las cosas depende de la forma en la que las usemos».

(‘El ungüento’ – Fábula china anónima)

Lo que para unos es una simple crema…: Para otros puede ser el amuleto para ganar una guerra. Sin esa pócima que Shen compró, su reino hubiera perdido la guerra. El poder curativo del ungüento ayudó a los soldados heridos a recuperarse y a ganar las batallas. Un ejemplo de cómo algo que para unos es simple y cotidiano para otros puede ser esencial y definitivamente decisivo.

La generosidad de Shen: A pesar de que el viajero se había gastado mucho dinero en esa fórmula magistral, no dudó en regalárselo al príncipe para que lo usara con sus soldados. Un ejemplo de generosidad máxima que nace directamente del corazón.

Todo gesto bondadoso obtiene recompensa: La generosidad de Shen tuvo su recompensa. El príncipe sintió una profunda gratitud hacia él y le obsequió con un feudo entero. Al final, todos esos gestos que nacen del corazón bondadoso, obtienen una recompensa.

«La bondad que nace sincera del corazón siempre tiene recompensa.»

 

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