Una gaviota pasaba por el reino de Lu y quiso bajar hasta allí para curiosear. El marqués de Lu, que nunca había visto una gaviota por allí, se puso muy contento y mandó preparar un recibimiento por todo lo alto: con festejos, banquetes, música y bailes.
La gaviota sin embargo estaba cada vez más aturdida. El marqués solo le ofrecía platos de carne. Mandaba sacrificar a sus mejores reses para ella…
Al cabo de tres días, la gaviota murió. El marqués había agasajado a la gaviota como a él le hubiera gustado ser recibido, no como a la gaviota le hubiera gustado ser recibida.
Moraleja: «Antes de ayudar a otros, intenta ponerte en su lugar para saber qué necesitan»
(‘El pájaro víctima de la bondad’)
El problema de la falta de empatía: El marqués de Lu no lo hizo con mala intención, pero sin querer, contribuyó a que la gaviota muriera. Y lo hizo por falta de empatía. No le preguntó qué comía, qué le gustaba hacer… No le consultó qué cosas le asustaban. Él preparó una fiesta pensando en sus gustos, y no en los de su invitado. La falta de empatía es peligrosa. Puede ser una barrera y hasta un arma en las relaciones con otros.
La generosidad del marqués: Sin embargo, en esta historia, el marqués sí intento ser generoso y fue todo lo bondadoso que pudo con la gaviota. Organizó un gran festejo para ella y no escatimó en sacrificar a sus mejores reses para entregárselas a la gaviota. Fue generoso, sí, pero del modo que no debía de serlo.