Diógenes y el esclavo.

por chamlaty


Diógenes era pobre y a menudo salía a plena luz del día a pedir limosna y recoger todo lo que encontraba de utilidad. Y salía con una linterna en la mano. Cuando le preguntaban que por qué llevaba una linterna encendida de día, él respondía:

– Busco un hombre.

Diógenes un día fue a ver a un sacerdote e imploró caridad. Él le dio como limosna su bendición. Más tarde, una joven muy adinerada, le dio una moneda de cobre, mientras ella gastaba doce de plata en sus caprichos.

El anciano Diógenes vio llegar entonces al príncipe de Salamina acompañado por su esclavo. Cuando se acercó a pedirle una limosna, el príncipe le apartó de un empujón. Entonces el esclavo que iba con él le ayudó a levantarse y le dio sin que le viera su amo unas monedas. Diógenes le miró asombrado y comenzó a gritar lleno de alegría:

– ¡He encontrado al hombre, he encontrado al hombre! ¡Y es un esclavo!

Moraleja: «No te dejes guiar por las apariencias: la bondad reside en el corazón»

(‘Diógenes y el esclavo’ – Frédéric-Edouard Plessis )

 

La bondad no entiende de condiciones físicas, ni de edad, sexo o religión. No entiende de apariencias. No es nada físico, sino un valor esencial muy ligado a la empatía, la caridad o la generosidad:

La bondad, una virtud humana: Diógenes decía buscar un hombre, pero no cualquier hombre. Para él, un hombre era aquel capaz de sentir bondad en su corazón, la virtud más noble y enriquecedora.

La linterna que simboliza la búsqueda interna: Muchos se preguntarán ¿por qué Diógenes iba con una linterna encendida a plena luz del día? Porque él buscaba más allá de las apariencias. No quería dejarse engañar por la luz exterior, sino que buscaba con su luz algo más allá de lo aparente. Eso que Diógenes buscaba no podía verse con los ojos. La bondad, la empatía, la caridad… son valores invisibles ante los ojos y visibles para el corazón. Su linterna le dejaba ver esas virtudes inherentes a las personas y que solo unos pocos miman y cultivan.

Curiosamente el esclavo era libre, no poseía cadenas en su alma, a pesar de llevarlas de gorma ‘material’. Y es porque la bondad, el amor hacia los demás, a empatía, hace que nos liberemos de las cadenas más pesadas, las del alma. Cadenas forjadas por eslabones como la envidia, el rencor, la avaricia o la vanidad.

 

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