El cochino y el asno.

por chamlaty

Un hombre tenía un cochino y un asno, y los dos vivían juntos en la granja. Pero el cochino siempre estaba presumiendo frente al asno, porque pensaba que su amo le trataba siempre mucho mejor y que era, por tanto, el favorito.

– La verdad, asno-le decía el cochino al asno constantemente- Es que nuestro amo me quiere más a mí. Y si no, fíjate: a mí me da mucha más comida, y no me impone ningún trabajo. Me paso el día retozando al sol. Y tú… mírate… Te pasas el día cargando leña, y apenas te queda tiempo para descansar. Debo de darte mucha envidia…

Y la verdad es que el asno estaba triste, porque en el fondo pensaba que el cochino tenía razón.

Pero un día escuchó los chillidos del cerdo, y al acercarse horas después a la casa, vio cómo su amo se comía al cochino. Entonces, el asno pensó:

– Pues menos mal que mi amo me necesita para trabajar y gracias a los paseos que doy cargando la leña, no se acumula nada de grasa en mi cuerpo… así evito que mi amo quiera comerme.

Moraleja: «Desconfía de aquello que te den de forma gratuita y no presumas de ello, porque al final lo que parece gratuito, sale caro».

(El cochino y el asno)

Ten cuidado con aquellas personas que te ofrecen todo de forma gratuita: Porque suelen esconder algún interés oculto (y no suele ser bueno). El pobre cochino, que en su ignorancia pensaba que su amo le adoraba y por eso le trataba tan bien respecto al asno, al final encontró un final inesperado.

El esfuerzo al final tiene su recompensa: El asno, por el contrario, se pasaba el día trabajando, y a veces se desanimaba pensando que su esfuerzo no era recompensado, y sin embargo, la mayor recompensa fue no ser sacrificado, ya que en el fondo él era mucho más valioso para el trabajo en vida, mientras que la finalidad del Cochino era la de alimentar a su amo. Al final el asno sentía gratitud hacia su amo por tratarle de esa forma.

Las apariencias engañan: No te dejes llevar por las apariencias, porque a menudo nos engañan y esconden una realidad muy diferente. Y por supuesto, mantén siempre el botón de ‘alerta’ encendido. La precaución y la intuición pueden evitarte muchos problemas.

 

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