Tras visitar el planeta del rey, el Principito hizo un descanso en otro planeta, habitado por un vanidoso.
– ¡Qué bien!- exclamó desde lejos el vanidoso al ver acercarse al Principito- ¡He aquí la visita de un admirador!
Pues para los vanidosos, todos los hombres son admiradores.
– Buenos días- dijo el Principito- ¡Qué sombrero tan raro tienes!
– Es para saludar- contestó el vanidoso- Así puedo saludar cuando me aclaman. Pero, desgraciadamente, nunca pasa nadie por aquí.
– ¿Ah, sí?- dijo el Principito sin comprender.
– Fíjate, tú golpea las manos, una contra otra- le dijo entonces el vanidoso.
El Principito hizo lo que le dijo, y golpeó las manos una contra otra. Y el vanidoso se quitó el sombrero e hizo una reverencia.
– Vaya, esto es más divertido que la visita al rey- dijo para sí el Principito.
Y volvió a golpear sus manos, una contra otra, para que el vanidoso volviera a levantar el sombrero. Después de cinco minutos aplaudiendo, el Principito se cansó. Era un juego demasiado monótono.
– ¿Y qué hay que hacer para que el sombrero se caiga?- preguntó entonces el Principito.
Pero el vanidoso no le oyó, porque los vanidosos solo oyen las alabanzas.
– ¿Me admiras mucho verdaderamente?- preguntó entonces el vanidoso al Principito.
– ¿Y qué significa admirar?
– Pues admirar significa reconocer que soy el hombre más hermoso, mejor vestido, más rico y más inteligente del planeta.
– ¡Pero si tú eres la única persona del planeta!
– Bueno, dame el placer. Admírame de todos modos.
– Te admiro- dijo encogiéndose de hombros el Principito- Pero, ¿por qué te puede interesar tanto que te admire?
Y el Principito se fue, mientras pensaba que sí, que las personas mayores son decididamente muy extrañas.
La vanidad deforma la realidad hasta tal punto, que llegamos a ver en las personas a admiradores aunque no lo sean.
La vanidad transforma tu realidad: El vanidoso se cree el mejor, y por lo tanto, digno de admiración. Todo lo que hacen, todo lo que dicen, tendrán para ellos una repercusión poderosa en los demás. Creen que quienes les rodean son admiradores de sus dones, y no hacen más que presumir de ellos. Un mundo ficticio del que no son capaces de despertar.
«El vanidoso vive en un mundo ficticio del que no es capaz de despertar»
Los vanidosos no tienen amigos: ¿Sabes por qué el hombre vanidoso estaba solo? El Principito no tardó en irse de allí. Encontró aburrido a un hombre que solo buscaba la admiración de otros. Era monótono y no le aportaba nada. No era capaz de transmitirle nada importante. Al final, los vanidosos terminan quedándose solos, sin amigos, porque nadie quiere estar a su lado y sentirse inferior y menospreciado.
Y por eso es tan importante el valor de la humildad: El problema de los vanidosos es la humildad, o más bien, la falta de humildad. Si fueran capaces de ver sus dones sin presumir de ellos ante los demás, no tendrían ese problema, y conseguirían hacer muchos amigos.
«Los vanidosos terminan quedándose solos, sin amigos, porque nadie quiere estar a su lado sintiéndose inferior y menospreciado»