Un perro y un gallo se hicieron muy amigos. Tal es así, que decidieron formar un equipo y recorrer mundo juntos. Después de andar durante un trecho largo, comenzaron a sentirse cansados y al entrar en un bosque, buscaron un lugar donde dormir.
El gallo se subió a las ramas de un árbol hueco y el perro aprovechó el agujero del tronco para resguardarse dentro.
Pasaron las horas y se quedaron dormidos, pero antes del amanecer, el gallo, que es muy madrugador, comenzó a cantar. Entonces llegó una zorra, alertada por el canto del gallo y al verlo, comenzó a relamerse:
– Vaya, muchas gracias por esa dulce canción- le dijo zalamera la zorra.
– No hay de qué- contestó el gallo.
– Baja, baja, y te daré las gracias como es debido- dijo entonces con astucia la zorra.
Pero el gallo, que no se olía nada bueno, respondió:
– Yo que tú no intentaría nada. Mi amigo descansa dentro del árbol y como se entere de que intentas hacerme daño, te molerá a palos.
– ¡Ja,ja,ja! ¿Tu amigo, dices?- preguntó incrédula la zorra.
Entonces, sin pensar, se asomó al agujero del tronco. El perro entonces se despertó y, muy enfadado, comenzó a golpear a la zorra con una rama grande. El animal salió corriendo muerto de miedo mientras el gallo le gritaba:
– ¿Ves? ¡Te lo advertí y no me hiciste caso!
Moraleja: «La astucia no te servirá de nada si no la acompañas de la prudencia»
(‘El perro, el gallo y la zorra’ – Esopo)
Desde luego, por muy inteligente que seas, si te olvidas de la prudencia, de poco te servirá…
Más vale ser prevenido…: La zorra era muy astuta y podía haber conseguido su objetivo si no llega a ser porque se confió demasiado. De ser prudente, habría creído al gallo y se hubiera acercado con mucho sigilo al árbol antes de asustar con su presencia al perro. La falta de prudencia estropeó sus posibilidades. Pero aquí también tenemos a otro ‘impudente’. Y ese no es otro que el gallo, quien, a pesar de ser listo y subirse a las ramas del árbol para que no le pudieran atrapar los zorros, se puso a cantar, señalando a todos sus posibles enemigos el lugar en donde estaba. ¡Menos mal que el perro sí fue más precavido y se escondió en el árbol!
La conveniencia de tener un buen amigo: la amistad se demuestra en los momentos difíciles. Todos necesitamos amigos porque todos necesitaremos ayuda en algún momento de nuestra vida. De igual forma, la amistad es recíproca. Al igual que recibimos ayuda, debemos estar dispuestos a ofrecerla.
«La amistad verdadera se demuestra en los momentos difíciles…»