Todo cuanto vemos, oímos, pensamos y experimentamos se almacena en las profundidades de nuestra conciencia. Buda llamó a esto la «conciencia depósito». Nuestra conciencia depósito —comparable a lo que los psicólogos occidentales llaman el subconsciente— recibe, procesa y retiene todo tipo de datos.
Nuestras alegrías, penas, temores y frustraciones se guardan en ese gran archivo. Es como el disco duro de nuestro ordenador mental. Las formaciones mentales, como las preocupaciones, tal vez no sean evidentes o no se manifiesten en un momento determinado, pero están siempre presentes en las profundidades de la conciencia en forma de semillas latentes.
En la psicología budista, esos estados de la mente reciben el nombre de anusaya. Esas semillas, aunque aletargadas, están siempre listas pare reactivarse, brotar y apoderarse de la mente. Extraen datos del archivo y proyectan experiencias pasadas en la pantalla de la conciencia, de forma que te arrastran hacia acontecimientos pasados y te privan de la verdadera vida en el momento presente. Aquello que ves u oyes en el presente tal vez sea el desencadenante inicial, pero, una vez que esas viejas historias despiertan, se alzan y ocupan el escenario central de tu mente, pierdes el contacto con lo que realmente estás viendo y oyendo.
Finalmente puedes acabar viviendo la mayor parte de tu vida, o toda ella, dentro del mundo virtual de tu propia memoria en lugar de en el mundo real. El universo que hay en tu cabeza está muy alejado del universo tal como es en realidad; sin embargo, te convences de que ese mundo ilusorio es el real. Las películas de la conciencia depósito a veces se proyectan durante los sueños nocturnos. Las semillas latentes son muchas y variadas, así que el contenido de las películas también puede variar aunque todas procedan del mismo archivo. En sueños experimentamos temor, ansiedad, amor, odio, expectación, realización, decepción, etcétera.
En el sueño circulamos como en la vida normal y creemos que es real. Luego, al despertar, descubrimos que en verdad hemos estado acostados, dormidos, todo el tiempo. Esos mundos oníricos y la persona que los recorre son productos de tu conciencia recopilados en los archivos de tu mente. Durante el día, y a pesar de estar bien despierto, también puedes deslizarte frecuentemente hacia el mundo ilusorio del subconsciente, a veces solo durante unos segundos, a veces durante toda una hora. De hecho, rara vez vives con certeza en el mundo real, pues tu conocimiento de éste está poderosamente influido por tu conciencia depósito.
La práctica del paseo y la respiración consciente te ayudará a vivir más en el mundo real, a estar en contacto con las maravillas de la vida en el momento presente; así nutrirás y curarás tu cuerpo y tu mente.
Cada paso es un milagro.
Cada paso es curativo.
Cada paso es nutritivo.
Cada paso es libertad.
THICH NHAT HANH