Miguel y Felipe eran dos hermanos muy diferentes. Así, mientras que Miguel era más dócil y aceptaba las normas y valores de buen gusto, a Felipe le costaba algo más. Era rebelde y siempre terminaba haciendo ‘trastadas’ para llamar la atención.
Una noche de Nochevieja, se les apareció un hada, y les dijo:
– ¡Hola! Soy el hada de Año Nuevo, y vengo a traeros un regalo.
Los niños se quedaron muy sorprendidos. ¡Nunca habían visto un hada! Era pequeña, tenía alas y la voz muy dulce. De pronto les entregó un libro a cada uno. Pero el libro no tenía nada escrito. Todas las hojas estaban en blanco.
Miguel sonrió y le dio las gracias al hada de Año Nuevo. Guardó el libro con mucho cuidado.
Pero Felipe se enfadó:
– ¿Y qué clase de regalo es este? ¡Si no hay nada dentro!
Felipe salió de casa y tiró el libro en un charco, así que sus hojas se llenaron de barro. Y al llegar a casa, usó el libro para equilibrar la pata de una mesa, así que su cubierta quedó hundida en un lado.
El hada regresa al año siguiente.
– ¡Hola chicos! Vengo a buscar los libros que os dejé el año pasado.
Miguel sacó su libro del cajón de su mesilla de noche y se lo dio al hada. Felipe tuvo que buscarlo bajo la pata de la mesa del salón.
El hada de Año Nuevo comprobó el interior de cada libro: el de Miguel estaba lleno de historias preciosas, y escritas con letras doradas. En cambio, el libro de Felipe estaba lleno de manchas ininteligibles.
– Felipe- le dijo el hada de Año Nuevo con dulzura- Tu libro refleja todo lo que hiciste este año.
– ¡Pero si solo hay borrones de tinta!- dijo él incrédulo.
– Eso es- continuó hablando el hada de Año Nuevo- Esta mancha de aquí es de ese día que te peleaste con tu hermano… y la de esta hoja es del día que mentiste a tu madre… Ah, y esta mancha grande de aquí es por haber insultado a tus compañeros de clase…
Felipe se entristeció y se dio cuenta de que en realidad él no quería hacer todo eso…
– Y tú, Miguel- dijo entonces el hada de Año Nuevo- También tienes escritas muchas historias, con letras doradas, por cada uno de tus comportamientos buenos. Mira: aquí está la historia de cómo ayudaste a tu compañera de clase a estudiar… y ese día que cargaste con las bolsas de la compra para ayudar a tu madre. Hay muchas historias hermosas en tu libro.
Miguel sonrió y se sintió muy feliz.
– ¿Y cómo puedo arreglar yo mi libro?- dijo entonces Felipe, quien en realidad quería también un libro tan bonito como el de su hermano.
– Es fácil- le respondió el hada de Año Nuevo- Cada año os traeré un libro de hojas blancas nuevo. Estos dos me los tengo que llevar a la biblioteca del Tiempo. Pero cada año llevaré libros nuevos. Si al año que viene cambias tu comportamiento, tu libro será igual de hermoso o más aún que el de tu hermano.
El hada de Año Nuevo guardó esos libros y les entregó dos libros nuevos. Esta vez, Felipe lo guardó con cuidado en el cajón de su mesilla. Ese año, sí, estaba convencido de que su libro iba a contar muchas historias bellas e increíbles.
Nuestros actos quedan para siempre grabados en la memoria del tiempo.
Todo lo que hacemos repercute de alguna manera en los demás.
Siempre se nos da la oportunidad de elegir cómo queremos escribir nuestra historia.
Siempre estás a tiempo de cambiar tu comportamiento.
Esta preciosa historia, basada en un cuento de la escritora estadounidense Emilie Poulsson (1853-1939)
El control de las emociones: a veces, los niños actúan de forma impulsiva, ante una falta de control de las emociones, y sin darse cuenta de que sus actos afectan a otros y por supuesto, les afecta a ellos mismos.
Conviene hacer repaso de nuestros actos: pocas veces nos paramos a recordar y reflexionar sobre lo que hemos hecho a lo largo del año, y este cuento nos anima a hacerlo justo al terminar un año y al comenzar otro nuevo. El comienzo de Año Nuevo es un momento ideal para hacer ‘borrón y cuenta nueva’, para comenzar a escribir un libro nuevo. Es una nueva oportunidad para cambiar comportamientos que no queremos.