El castillo de Windsor es un palacio y residencia real situado en Windsor, en el condado de Berkshire, Reino Unido, notable por su antigua relación con la familia real británica y porque encarna casi un milenio de historia arquitectónica.
El castillo original se construyó en el siglo XI, tras la conquista normanda de Inglaterra por Guillermo I el Conquistador. Desde tiempos de Enrique I de Inglaterra (r. 1100-1135) ha sido habitado por todos los monarcas británicos, hecho que lo convierte en la segunda residencia real europea de ocupación más antigua tras el Real Alcázar de Sevilla.
Algunas de sus lujosas estancias, como los «Apartamentos de Estado», son arquitectónicamente muy interesantes y han sido descritas por el historiador Hugh Roberts como «una secuencia magnífica e inigualable de habitaciones ampliamente reconocidas como la mejor y más completa expresión del estilo del periodo georgiano tardío». El castillo incluye la Capilla de San Jorge, del siglo XV, considerada por el historiador John Robinson como uno «de los logros supremos del diseño del gótico perpendicular inglés».
Esta fortificación fue diseñada originalmente sobre una mota y con tres murallas en torno a un montículo central para servir como baluarte de los conquistadores normandos en las afueras de Londres y dominar una zona estratégicamente importante del río Támesis. Su fábrica fue gradualmente sustituida por piedra, y a comienzos del siglo XIII sufrió un largo asedio durante la primera guerra de los Barones (1215-17). Enrique III construyó un lujoso palacio real dentro del recinto a mediados de ese siglo y Eduardo III fue más allá con la reconstrucción del palacio, que creó un conjunto mayor de edificios que se convertiría en «el proyecto arquitectónico secular más caro de toda la Edad Media en Inglaterra». El núcleo de la obra de Eduardo pervivió hasta el período Tudor (siglo XVI), cuando Enrique VIII e Isabel I le dieron al castillo un uso mayor como corte real y centro de entretenimiento diplomático.
El complejo sobrevivió al turbulento período de la guerra civil inglesa, en que fue usado como cuartel militar por las fuerzas parlamentarias y como prisión de Carlos I. Durante la Restauración de los Estuardo, Carlos II reconstruyó gran parte del castillo con ayuda del arquitecto Hugh May y creó una serie de extravagantes interiores barrocos que todavía hoy causan admiración. Tras un período de negligencia en el siglo XVIII, los reyes Jorge III y Jorge IV renovaron y reconstruyeron el palacio de Carlos II sin reparar en gastos para producir el diseño de los actuales Apartamentos de Estado, engalanados en estilo rococó, gótico y barroco. La reina Victoria realizó cambios menores en el castillo, que empleó como centro de entretenimiento real durante gran parte de su extenso reinado en el siglo XIX. El castillo de Windsor también sirvió como refugio de la familia real durante los intensos bombardeos de la Segunda Guerra Mundial y sobrevivió a un incendio en 1992. En la actualidad en el castillo de Windsor viven y trabajan más de quinientas personas, es una atracción turística muy popular, sede de visitas de Estado y el hogar de fin de semana preferido por la reina Isabel II del Reino Unido, y en la actualidad su residencia oficial permanente desde 2021. Sus instalaciones incluyen la Biblioteca Real, famosa por sus colecciones de dibujos de Leonardo da Vinci y Miguel Ángel Buonarrotti.
El castillo de Windsor ocupa un área de más de cinco hectáreas y combina elementos de fortificación, de palacio y de pueblo pequeño. El conjunto actual es fruto de diversas fases constructivas que culminaron en los trabajos de reconstrucción que se hicieron debido al grave incendio de 1992. En esencia es un diseño de estilo georgiano y victoriano sobre una estructura medieval, con toques góticos reinventados en un estilo moderno. Desde el siglo XIV la arquitectura del castillo ha intentado crear una reinterpretación contemporánea de estilos y tradiciones del pasado, para lo que ha imitado repetidamente estilos antiguos o pasados de moda. El resultado ha llevado al arquitecto sir William Whitfield a afirmar que la arquitectura de este castillo tiene «una cualidad de cierta ficción», pues el diseño pintoresco y gótico genera «un sentido de escenografía teatral», y ello a pesar de los esfuerzos de fines del siglo XX por recuperar muchas de las estructuras antiguas y dotarlo de mayor autenticidad. Aunque han sido criticadas, la arquitectura del castillo y su historia le dan «un lugar entre los mejores palacios europeos»
El castillo de Windsor es propiedad de la Occupied Royal Palaces Estate en nombre de la nación, pero es gestionado por la Casa Real. Es el castillo habitado más grande del mundo y el ocupado con mayor antigüedad de toda Europa, además de seguir siendo una residencia real funcional. Según datos de 2006, unas 500 personas viven y trabajan en su interior.
La reina Isabel II lo usa cada vez más como palacio real y retiro de fin de semana, además de celebrar en él banquetes de estado y eventos sociales del mismo modo que en el palacio de Buckingham. En los últimos años el castillo de Windsor ha recibido la visita del presidente Thabo Mbeki de Sudáfrica, del rey Abdalá II de Jordania o el entonces presidente francés Jacques Chirac. Asimismo, la fortaleza sigue siendo un importante enclave ceremonial, como la Ceremonia Waterloo que tiene lugar todos los años en presencia de la reina, o la celebración anual de la Orden de la Jarretera en la Capilla de San Jorge. Mientras la reina habita en el castillo se celebra diariamente la ceremonia de montar guardia y todos los años parte desde la fortaleza la Procesión Real Ascot.
Durante el reinado del actual monarca británico se ha hecho mucho, no solo por mantener y restaurar el edificio, sino también por convertirlo en una de las grandes atracciones turísticas del Reino Unido, que además contiene una parte importante de la Royal Collection, que es gestionada desde él. Los trabajos arqueológicos han continuado en el castillo a partir de las limitadas prospecciones de los años 1970, con trabajos en la Torre Redonda entre 1988 y 1992 y las investigaciones tras el incendio de ese último año. En 2007 visitaron la fortaleza 993 000 turistas, lo que obliga a coordinar la seguridad del castillo con sus funciones como palacio real en uso. A fines de 2011 se instalaron dos grandes turbinas hidráulicas en el río Támesis para proporcionar electricidad al castillo y a los terrenos circundantes.
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