Las montañas estaban espléndidas pero a WU TANG no le interesaba el paisaje. Él y su hijo pasaban mucho tiempo en las montañas. Wu Tang tenía un tiro certero con su arco y flecha, nunca fallaba, eran tan bueno que apenas apuntaba y acertaba. Simplemente escogía su presa, tiraba del arco y lo derribaba. Ningún animal era rápido para esquivar sus flechas.
¡Mira ahí un pequeño cervato! Siendo uno de los animales más adorables en los bosques, pero Wu Tang no estaba ahí para apreciar tan bello animal, estaba para cazarlo, es así que le tiro una fecha, cayendo el animal muerto de inmediato. Entonces Wu Tang alcanzó a ver unos metros abajo a la madre del cervato, por lo que se acomodó esperando un mejor ángulo. La mamá cierva se le veía una expresión de tristeza al observar a su bebé muerto, soltando un grito al lamerle las heridas, momento que aprovechó Wu Tang para soltar el tiro y matar a la cierva madre.
Pero esto no era suficiente para Wu Tang y de inmediato pensó que podrían ver más ciervos en el área, ya que oyó algo crujiendo en la hierba, pensando que podría haber por lo menos un par más rondando, se apresuro a prepararse y a buscar el origen del crujido, alcanzo a observar una sombra, lanzando de inmediato un tiro escuchando la caída de un cuerpo sintiéndose orgulloso pero de inmediato ese orgullo se convirtió en angustia cuando escuchó un gemido, ¡los ciervos no hacen ese sonido! ¡ese sonido es humano! Wu observo que el cuerpo que había caído era el de su hijo ya muerto por el tiro.
Wu Tang quedo estupefacto, de repente le pareció escuchar una voz diciéndole «¡Wu Tang! ¿ahora usted sabe lo que se siente ver a su bebé muerto por una flecha? Los animales aman tanto a sus jóvenes tanto como usted a los suyos. ¿Cuanta angustia a causado usted a los padres de animales que ha matado usted? Wu Tang seguía estupefacto, inmóvil, afligido para alcanzar a poner atención a un sonido cerca de él, ¡entonces de repente comprendió que el sonido que no puso atención no era un ciervo, sino un tigre!, para era demasiado tarde…»
Parábolas budistas