Gautama Buda le contó esta historia a un discípulo que estaba impaciente porque su maestro le desvelara la solución a las famosas “14 preguntas sin respuesta”:
“Hubo una vez un hombre que fue herido por una flecha envenenada.
»Sus familiares y amigos querían llamar a un médico, pero el enfermo se negaba, alegando que antes quería saber el nombre del hombre que lo había herido, la casta a la que pertenecía y su lugar de origen. También quería saber si ese hombre era alto y fuerte, si tenía la tez clara u oscura.
»Además, deseaba que le dijeran con qué tipo de arco le había disparado y si la cuerda del arco estaba hecha de cáñamo, bambú o seda. Decía que no permitiría que le viera el médico hasta que no supiera si la pluma de la flecha provenía de un halcón, un buitre o un pavo real…
»Así, preguntándose si el arco que habían usado para dispararle era un arco común, un modelo curvo o uno de adelfa; el hombre murió sin saber las respuestas”.
PARÁBOLA BUDISTA.
Esta sencilla parábola pretende que todos podamos ser conscientes de algo evidente: lo absurdo que resulta la actitud del hombre herido. Pero su enseñanza es algo más compleja: reside en entender que habitualmente nos comportamos así, pero no somos conscientes de esta actitud. Todos somos ese hombre herido preocupado por preguntas que a veces nos alejan de la vida.
El budismo se caracteriza por el uso de la parábola y el kōan. Los maestros zen recurren a menudo al kōan, un problema aparentemente absurdo, ilógico o banal que solo se puede resolver cuando nos desligamos de las palabras y el pensamiento racional.
ENFOCARSE EN LO IMPORTANTE.