Se cuenta que en una ocasión, un hombre se acercó a Buda y, sin decir palabra, le escupió a la cara. Sus discípulos se enfurecieron.
Ananda, el discípulo más cercano, le pidió a Buda:
– ¡Dame permiso para darle su merecido a este hombre!
Buda se limpió la cara con serenidad y le respondió a Ananda:
– No. Yo hablaré con él.
Y uniendo las palmas de sus manos en señal de reverencia, le dijo al hombre:
– Gracias. Con tu gesto me has permitido comprobar que la ira me ha abandonado. Te estoy tremendamente agradecido. Tu gesto también ha demostrado que a Ananda y a los otros discípulos todavía pueden invadirle la ira. ¡Muchas gracias! ¡Te estamos muy agradecidos!
Obviamente, el hombre no daba crédito a lo que escuchaba, se sintió conmocionado y apenado.
Esta parábola nos muestra qué significa exactamente ignorar, una palabra que a menudo tiene una acepción negativa y que puede hacer que nos sintamos “malas personas” por ignorar a los demás.
Ignorar es simplemente no permitir que las palabras, actitudes y comportamientos dañinos de los demás hagan mella en nuestro equilibrio interior. No es necesario recurrir a la violencia velada ni hacer malas acciones, consiste simplemente en crear una capa protectora a tu alrededor.
Se trata de aprender a ignorar a ciertas personas en ciertos momentos, ni siquiera es necesario alejarse de ellas porque, al fin y al cabo, todos tenemos luces y sombras. Ignorar no es una forma de venganza ni una manera para hacer sentir al otro inferior, es tan solo una manera de protegerte.