Ebenezer Scrooge era un empresario y su único socio, Marley, había muerto. Scrooge era una persona mayor y sin amigos. Él vivía en su mundo, nada le agradaba y menos la Navidad, decía que eran paparruchas. Tenía una rutina donde hacía lo mismo todos los días: caminar por el mismo lugar sin que nadie se parara a saludarlo.
Era víspera de Navidad, todo el mundo estaba ocupado comprando regalos y preparando la cena navideña. Scrooge estaba en su despacho como siempre con la puerta abierta viendo a su escribiente, que pasaba unas cartas en limpio. De repente llegó su sobrino deseándole felices navidades, pero este no lo recibió de una buena manera sino al contrario, su sobrino le invitó a pasar la noche de Navidad con ellos, pero él lo despreció diciendo que eso eran paparruchas.
Su escribiente, llamado Bob Cratchit, seguía trabajando hasta tarde aunque era noche de Navidad. Scrooge le dijo que al día siguiente de la cena de Nochebuena tendría que llegar más temprano a la oficina para recuperar el día festivo.
Scrooge vivía en un edificio frío y lúgubre. Cuando ya descansaba en su cuarto algo muy raro pasó: un fantasma se le apareció, no había duda de quien era ese espectro, no lo podía confundir: era su socio Jacobo Marley. Le dijo que estaba ahí para hacerlo recapacitar de cómo vivía porque ahora él tenía que sufrir por la vida que había tenido anteriormente. Le dijo que en las siguientes noches llegarían a su casa tres espíritus a visitarlo.
En la primera noche, el primer espíritu llegó, era el espíritu de las navidades pasadas. Este le llevó al lugar donde él había crecido y le enseñó varios lugares y navidades pasadas, cuando él trabajaba en una tienda de aprendiz; otra ocasión donde estaba en un cuarto muy solo y triste y también le hizo recordar a su hermana, a quien quería mucho.
A la segunda noche, él esperaba al segundo espíritu. Hubo una luz muy grande que provenía del otro cuarto. Scrooge entro en él, las paredes eran verdes y había miles de platillos de comida y un gigante con una antorcha resplandeciente. ¡Era el espíritu de las navidades presentes!
Ambos se transportaron al centro del pueblo, donde se veía mucho movimiento: los locales abiertos y gente comprando cosas para la cena de Navidad. Después lo llevó a casa de Bob Cratchit y vio a su familia y lo felices que eran, a pesar de que eran pobres y que su hijo, el pequeño Tim, estaba enfermo. Finalmente se trasladaron a la casa de su sobrino Fred, donde vio cómo gozaban y disfrutaban todos de la noche de Navidad, comiendo riendo y jugando. Después de esto regresó a su cuarto.
A la noche siguiente, esperaba al último espíritu, pero este era oscuro y nunca le llegó a ver la cara. Era el espíritu de las navidades futuras, quien le mostró que en las calles la gente hablaba de alguien que se había muerto. Después lo llevó a un lugar donde estaban unas personas vendiendo las posesiones del señor que había fallecido, y también le enseñó la casa de su empleado Bob, donde pudo ver que su hijo menor había muerto y que todos estaban muy tristes.
Por último, lo llevó a ver el cadáver de este hombre que estaba en su cama tapado con una sabana, y al final, le descubrió quién era el señor que había muerto… Era él mismo, Ebenezer Scrooge.
Cuando el despertó se dio cuenta que todo había sido un sueño y que ese día era el día de Navidad. Se levantó con mucha alegría, le dijo a un muchacho que vio en la calle que fuera y comprara el pavo más grande y que lo mandara a la casa de Bob Cratchit.
Salió con sus mejores galas muy feliz porque podía cambiar y se dirigió a casa de su sobrino. Al llegar lo saludó y le dijo que había ido a comer y estuvo con ellos pasándosela muy bien. Al día siguiente, en la mañana, le dio a su trabajador un aumento y desde entonces fue un buen hombre a quien todos querían. El hijo menor de Bob, el pequeño Tim, gritaba de contento y gozaba de buena salud.