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– ¿Venís a jugar? – preguntó la ardilla Cascabel a sus amigos Cati y Link.
– No gracias, preferimos ver otro vídeo.
– ¡Os pasáis el día pegados a las pantallas! – les recriminó la ardillita.
Y Cascabel tenía razón: desde que Cati y Link aprendieron a usar los móviles que se olvidaban los excursionistas, ya no hacían otra cosa que navegar por internet. Poco a poco, iban perdieron habilidades y como comían muchas avellanas y apenas se movían, cada vez estaban más gordas.
Sólo Cascabel siguió trepando por las coníferas, ensayando saltos y acrobacias, y manteniéndose en forma.
Un día, mientras Cati y Link estaban mirando el móvil apareció una enorme serpiente negra y amarilla que se empezó a deslizar sigilosamente cerca de ellos, sin que se dieran cuenta.
Cascabel, que veía la escena desde lo alto, avisó a sus amigos con un grito:
– ¡Cuidado, amigos!
Pero ellos estaban tan torpes, que tardaban mucho en moverse.
– ¡Oh no, los va a atacar! – exclamó Cascabel
Y bajó todo lo rápido que pudo para intentar distraer a la serpiente. El reptil se fijó en ella y empezó a perseguirla, poniendo a salvo a Cati y a Link.
Cuando Cascabel hubo alejado a la serpiente muy lejos del bosque, volvió junto a sus amigos.
– ¡Qué susto tan grande! – dijeron Cati y Link al unísono. ¡Si no llegas a intervenir nos habría atacado! ¡Y todo por estar jugando con el teléfono!
y fue entonces que las ardillas aprendieron esta lección: Que no te distraigan las pantallas de tus obligaciones diarias.
María O´Donnell