Cuentan los más ancianos del pueblo mapuche una historia increíble… Había una vez un zorro, muy lindo, pero con una boca muy grande y una voz horrible. Como el zorro cantaba muy mal, no conseguía encontrar novia. Y claro, él no quería pasar el resto de su vida solo, así que estaba desesperado buscando una solución. ¿Cómo podría cantar mejor?
El zorro probó de todo. Practicó, observó a los jilgueros para intentar copiarles, tomó muchas yemas de huevo para aclarar la voz… pero no había manera. Y ya, desesperado, decidió pedir ayuda. Pero… ¿quién podría conseguir que cantara bien? ¿El estirado ruiseñor? ¿El impetuoso gallo? Después de mucho pensar encontró la solución: ¡la perdiz!
Todos los habitantes de aquel lugar sabían que la perdiz era tremendamente generosa y amable. Y además, cantaba muy bien. Así que sin pensárselo dos veces. se dirigió a la casa de la perdiz moteada. Ella, al verle aparecer, se asustó, pero en seguida se compadeció de él.
– Amiga perdiz, tiene que ayudarme… ¡estoy desesperado!
– ¿Pero qué puedo hacer yo?
– Necesito cantar bien. Si no lo consigo, no encontraré novia.
– Ummm… – pensó la perdiz – Bueno, lo que veo es que tienes la boca demasiado grande. Para cantar bien, necesitas una boca más pequeña. ¿No te has fijado nunca en que los animales que mejor cantan tienen la boca pequeña?
– Es verdad – asintió el zorro – Pero, ¿qué puedo hacer?
– Tranquilo, que tengo la solución. Pero antes… ¿qué me darás a cambio? Porque claro, es un trabajo que necesita recompensa…
– No te preocupes, perdiz, que si tú consigues que cante bien, te daré todo lo que me pidas: lindos vestidos, joyas, zapatos…
– Ah, pues me parece bien. Todo eso me gusta. Espera aquí que en seguida vuelvo.
La perdiz regresó con hilo y aguja. y el zorro se asustó:
– ¡Pero Perdiz ¿Qué vas a hacer?
– No temas, que apenas te dolerá. Necesitamos hacer la boca un poco más pequeña…
Y diciendo esto, la perdiz comenzó a coser la boca del zorro por ambos lados. Al zorro le dolió, claro, pero en cuanto terminó la Perdiz de coser, de pronto se dio cuenta de que al cantar, su voz era mucho más bonita. ¡Al fin podría encontrar novia!
– ¡Gracias, Perdiz! ¡Me voy en seguida a buscar novia! dijo el zorro.
– ¡Espera, Zorro! ¿Qué hay de mi recompensa?
– ¿Recompensa? ¡Qué materialista eres, Perdiz! Deberías alegrarte por mi… Y ten cuidado, que aún sigo siendo un zorro, y aún con la boca más pequeña, te puedo comer.
La perdiz, presa de terror, salió volando. Y el zorro, contento, se fue a su casa. Y como estaba cansado, se echó a dormir.
Pasaba por allí la perdiz y al ver al Zorro durmiendo, se le ocurrió la manera de vengarse de él. Se acercó sigilosa hasta su oído y le gritó lo más alto que pudo. El zorro, asustado, dio un brinco y abrió todo lo que pudo la boca para gritar. Al hacerlo, se soltaron todos los puntos y la boca se rajó aún más, quedando más grande que antes.
La perdiz se fue de allí satisfecha: el zorro ahora tenía su lección. La cicatriz que quedaría le haría parecer con una boca mucho más grande y jamás podría cantar bien.
CUENTO CHILENO.