El Bósforo también conocido como estrecho de Estambul, es un estrecho que separa la parte europea de la parte asiática: Anatolia de Turquía.
La soberanía sobre el estrecho ha sido motivo de discusiones y guerras a lo largo de la historia. Griegos, otomanos y rusos han pretendido cerrar el Estrecho y utilizarlo solo para sus barcos en distintos momentos de la historia. Tras la Primera Guerra Mundial, y como resultado de la derrota del Imperio otomano en la misma, en 1918 el estrecho fue expropiado al Imperio otomano y puesto bajo el control de una Comisión Internacional de los Estrechos Turcos, presidida por el Reino Unido y que también integraban Francia, Italia y Japón.
Desde que en 1936 esta comisión fue disuelta, la soberanía fue devuelta a Turquía a condición de que lo mantuviese abierto para todos los buques civiles en tiempos de paz. Divide en dos partes la ciudad de Estambul y conecta el mar de Mármara con el mar Negro.
Tiene una longitud de 30 kilómetros, con una anchura máxima de 3700 m en la entrada del mar Negro, y una anchura mínima de 750 m entre Anadolu Hisarı y Rumeli Hisarı (castillos otomanos que se alzan en las colinas de su ribera). Su profundidad varía entre 36 y 124 m. Las orillas del estrecho están densamente pobladas, ya que la ciudad de Estambul (con una población de al menos 14 millones de habitantes) se asienta entre este estrecho que divide Europa de Asia.
Hay tres puentes sobre este estrecho. El puente Boğaziçi, de 1074 metros de largo, fue completado en 1973. El segundo puente, el Fatih Sultan Mehmed, posee una longitud de 1090 metros, fue acabado en 1988 y se encuentra casi a cinco kilómetros al norte del primer puente. El tercer puente, llamado Yavuz Sultan Selim, fue finalizado en el 2016 y está situado a unos 19 kilómetros del primero, es, después del viaducto de Millau, el segundo puente de cualquier tipo más alto del mundo y el puente colgante más amplio del mundo con 58,5 metros de ancho.
Marmaray, un túnel ferroviario de 13.7 km de longitud, fue inaugurado en octubre de 2013. Aproximadamente 1400 metros del túnel transcurre bajo el estrecho, a una profundidad de 55 metros bajo el lecho marino.
El estrecho de Bósforo es un canal angosto en forma de «S» de naturaleza compleja, con varios cabos y curvas pronunciadas, lo que dificulta la observación en los codos. A ello se agrega el fenómeno de las corrientes cambiantes. Tales condiciones geográficas y oceanográficas hacen que la navegación, abierta al tráfico internacional, sea difícil y arriesgada. Debido a todos estos inconvenientes el gobierno turco decidió en agosto de 2018 el inicio de construcción de un canal artificial de 43 kilómetros de largo, la mayor obra pública de Turquía hasta la fecha.
La densidad del tráfico marítimo se ha incrementado de 4400 buques anuales en 1936 a 48 000 buques por año en 2008. Con 132 buques cruzando diariamente (no se incluye el tráfico local), el Bósforo (junto al estrecho de Dardanelos, que necesariamente deben atravesar también la mayoría de los buques) se ubica en segundo lugar en densidad de tráfico, después del estrecho de Malaca.
Siendo el punto más estrecho del paso marítimo entre el mar Negro y el Mediterráneo, el Bósforo siempre ha tenido una gran importancia estratégica y comercial. La ciudad-estado griega de Atenas durante el s. V a. C. dependía de importaciones de grano de Escitia, y por lo tanto mantuvo alianzas estratégicas con ciudades que controlaban los estrechos, como Bizancio, fundada por la colonia griega de Megara.
El significado estratégico del estrecho fue uno de los factores en la decisión del emperador romano Constantino I el Grande de establecer allí en 330 d. C. su nueva capital, Constantinopla. Esta ciudad pasaría a ser en 1453 la capital del Imperio otomano tras su conquista, en la que los otomanos asediaron la ciudad bizantina y construyeron una fortaleza en cada lado del estrecho, la Anadoluhisari (1393) y la Rumelihisari (1451), esta última construida por el que a la postre pasaría a ser el sultán otomano que conquistaría Constantinopla, Fatih (El Conquistador) Mehmed II.
La importancia estratégica del Bósforo ha seguido siendo con el tiempo notable, y su control ha sido el objetivo de varias hostilidades en la historia moderna, como queda demostrado durante la guerra ruso-turca (1877-1878), así como el ataque de los Aliados en los Dardanelos (batalla de Galipoli) en 1915, en el transcurso de la Primera Guerra Mundial. Varios tratados internacionales han administrado las rutas de los buques por estas aguas, incluyendo la Convención de Montreux en relación con el control del paso de los estrechos turcos, firmada en 1936.
Visualicemos el BÓSFORO;
Un gran capricho de la naturaleza con los caprichos del hombre por unir dos extremos.