En el bosque todos conocían a la ratita Digna por ser buena y bondadosa. Era trabajadora, generosa y siempre prestaba su ayuda a quien lo necesitaba.
La ratita siempre tenía la ratonera llena de amigos y cualquier pretexto era bueno para una fiesta o celebración.
Ocurrió que una mañana la ratita Digna se levantó muy mareada, se encontraba mal y no podía salir a comprar ni tenía fuerzas para atender a sus hijos ratoncitos, por eso, decidió pedir ayuda a sus amigos:
Y dijo el águila:
– ¡Uf!, estoy taaaan liada, pasaré a verte mañana cuando esté más descansada.
Y dijo el conejo:
– Me voy a hacer un viaje, ya tengo comprado el billete.
Y dijo la lombriz:
– Voy a la fiesta de unos amigos, cuando vuelva cuenta conmigo.
Y dijo la mariposa:
– Quizás pueda venir mañana, he quedado con mi hermana.
Y dijo el camaleón:
– Como le dije al ciempiés, mudo de piel este mes y no podré ayudarte.
Y así uno tras otro fueron dando excusas a la ratita que se quedó enferma, desolada y muy triste. Y a pesar de encontrarse tan cansada, no tuvo más remedio que salir a la calle para ir a comprar comida.
De vuelta a casa, con fiebre, encorvada y cargada con la bolsa de la compra iba arrastrando los pies por el camino cuando escuchó una voz que dijo:
– Señora rata, yo cargaré con las bolsas hasta su ratonera.
Era una culebra joven, fuerte y sonriente la que había hablado.
Cuando llegaron, los ratoncitos esperaban hambrientos pegados a la puerta y abrieron enseguida saltando alrededor de su madre.
Al ver a los cinco ratoncitos en la casa, la culebra dijo:
– Vaya a descansar señora rata, yo prepararé la comida a sus ratoncitos.
Y la ratita Digna se metió en la cama muy agradecida a la culebra.
Al día siguiente, cuando Digna despertó, la culebra había limpiado y hecho el desayuno para todos. Se había quedado allí toda la noche para cuidar de ellos. Y se quedó al cuidado de la casa y de los ratoncitos hasta que la ratita se recuperó.
Algunos de sus amigos aparecieron al día siguiente para marcharse enseguida poniendo excusas de nuevo.
La ratita Digna y la culebra se hicieron amigas pero, amigas de verdad.
Y a pesar de todo, la casa de la ratita Digna sigue siendo el centro de reuniones y fiestas y, allí se sigue celebrando todo lo bueno de la vida, incluso el día de la amistad.